jueves, 15 de enero de 2015

Tolerancia religiosa


Jorge Castro Urdaneta*

ENTRE LA MIOPÍA DE OCCIDENTE
Y LA PRESBICIA DEL CERCANO ORIENTE

«La religión no es meramente privada ni puramente irracional». Eduardo Mendieta y Jonathan VanAntwerpen (El Poder de la Religión en la Esfera Pública).

«La religión es amenazadora, inspiradora, consoladora, provocadora, una rutina tranquilizadora o una invitación a jugarse la vida. Es un modo de hacer la paz y una razón para hacer la guerra». Craig Calhoun (Epílogo. El Poder de la Religión en la Esfera Pública).

«un enemigo que no se puede aterrorizar y por lo tanto desalentar. Y esto no solo porque no es posible identificar a sus adherentes ni saber sonde se encuentran, sino también porque su destrucción es algo que aceptan de entrada y a menudo buscan activamente. De lo contrario, ¿qué clase de mártires serían?». Luigi Zoja (La Paranoia. La locura que hace historia).


La tolerancia es el reto de la sociedad moderna –esa que se jacta de su carácter global e interconectado–, su materialización como elemento necesario para la consolidación de sistemas e instituciones democráticas, implica para las comunidades que profesan tales valores, la titánica tarea de cambiar nuestra forma de vincularnos con el mundo, la historia y el discurso que en definitiva nos define como una determinada sociedad.
Sin embargo, ni los Estados ni las personas parecen advertir que el mundo no ha cambiado al ritmo de la web, que no todos miran la realidad desde una tableta, buena parte del mundo no asume que la ultra definición, más allá de lo irreal de su color, no es un parámetro universal de belleza, ni un paradigma que llena de contenido las inquietudes de los diversos grupos que habitan el orbe.
Existe por más borroso y atrasado que le parezca a parte de Occidente, un importante grupo humano que vive a través de la religión –desde los musulmanes hasta los mormones–, a pesar que el "hombre contemporáneo", haya perdido en general la capacidad de entender y actuar a partir de la fe, en tanto ello no solamente le parecería algo atrasado, sino peligroso.
Por ello, existe un discurso generalizado que cuestiona la fe y en general a las creencias religiosas, ya que toda reflexión desde la religión y sus preguntas fundamentales, implica enfrentar un sistema que gira en torno a objetivos beneficios económicos y no en relación al hombre y sus virtudes, ello claro está, es un gran riesgo, que se controla entre otros medios, relegando la religión a lo privado, excluyéndola del cuestionamiento de las realidad y los conflictos sociales, la religión es oración privada y silenciosa, nunca reflexión o crítica abierta.
Esa perspectiva, bastante extendida por estos tiempos, generó una miopía en nuestra capacidad de entender no sólo las diversas manifestaciones religiosas, sino que muchas personas viven y se relacionen con el resto a partir de su fe, miran el mundo no a través de sus lentes 3D, sino desde la religión, por lo que para establecer un dialogo real entre estas dos visiones del mundo, no es posible que Ronald McDonald sea el mediador. Para establecer una relación de tolerancia, es necesario entender, para poder explicar y tratar de lograr una mutua aceptación y ello sólo es posible hablando en el mismo nivel del otro interlocutor, no respecto de la fe o de la religión, cuya existencia es incuestionable para quien la profesa, sino en relación con los valores, virtudes o fines de las creencias –por ejemplo, la paz o la solidaridad–.
Por su actualidad, nos parece paradigmático el caso del islamismo, no hace mucho viajamos como turistas de Algeciras (España) a Tánger (Marruecos), a todos les sorprendió la particular reverencia que se tenía a aquellas personas de edad que ostentaban una زبيبة zabība, la marca de una persona de la tercera edad, que como consecuencia de la devoción de toda una vida, generó una protuberancia de piel endurecida y de color oscuro, en el lugar donde la frente toca el suelo durante las oraciones musulmanas [1], a los ojos de quienes nos acompañaban, tal laceración resultaba no sólo extraña sino repugnante, tales manifestaciones en este lado del planeta son más bien eventuales o simbólicas [2], el cilicio no es precisamente popular en las calles de América.
En ese contexto, es necesario asumir que la pluralidad cultural comporta el ejercicio de aceptar la historicidad de nuestro presente y la relatividad de nuestras verdades [3], con lo cual la multiculturalidad no es incorporar al otro en nuestra verdad –lo que sería igual a pretender convencer a un musulmán que los burritos al pastor son una gran comida y que deben abrir sus economías a la gran empresa de la cría y venta de cerdos, para salir de problemas financieros– el reto es darle sentido a la diferencia. Por ejemplo, ante la incomodidad de algunos al ver el velo islámico, cabe sostener criterios como los de Casal, al señalar que: “…sería lamentable que a causa del auge del fundamentalismo de signo musulmán o del propósito de lograr la prevalencia de los valores culturales mayoritarios, algunos Estados reaccionen con normas o prácticas excluyentes que incurran en una discriminación similar a la que pretenden evitar” [4].
Claro está, el esfuerzo de lograr la tolerancia no debe ser aislado o unilateral, lo antes dicho aplica a las comunidades religiosas y su deber de reconocer la necesidad que tienen de entender que para bien o para mal, parte de población en el mundo no sólo no profesa una fe ni practica una religión, sino además que en su cosmovisión, no existe nada “sagrado”, negarlo es un signo de presbicia de la realidad.
Bajo tales circunstancias, tal vez sea más fácil para el sujeto ajeno a la fe y la religión, asumir la tarea de iniciar el dialogo, ser tolerante, ya que para el religioso muchas veces no existe esa opción, su vida ahora y después de la muerte depende de no abandonar o renegar su credo, las palabras del clérigo saudita Iyad Ameen Madani, Secretario General de la Organización de Cooperación Islámica, parecen dejar constancia de ello: “Freedom of speech must not become a hate-speech and it is not an offence to the others. No sane person, regardless of doctrine, religion or faith, accepts his beliefs being ridiculed” [5].
En los actuales momentos, no sería nada prudente asumir una posición pasiva en relación al ejercicio de la tolerancia, la actitud debería alejarse de la visión de Arnaldo Amaric, a quien se le atribuye la frase “Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos” («Caedite eos. Novit enim Dominus qui sunt eius») supuestamente pronunciada durante el sitio de la ciudad francesa de Béziers (cruzadas), en 1209, interesante sería enfocarse en el marco de religiones, en afirmaciones como las contenidas en el Corán 2:256: «No cabe coacción en religión. La buena dirección se distingue claramente del descarrío. Quien no cree en los taguts y cree en Alá, ese tal se hace del asidero más firme, de un asidero irrompible. Alá todo lo oye, todo lo sabe» [6], cuyo alcance y contenido no sólo puede encontrarse en diversas religiones, sino coincide en la conceptualización de algunos derechos humanos y por lo tanto constituye una base firme para el diálogo.

NOTAS

*Universidad Católica Andrés Bello, Abogado. Universidad Central de Venezuela, Especialista en Derecho Administrativo; cursante del Doctorado en Ciencias, mención Derecho.

[1] Sobre la Zabiba o Zebiba, vid. http://news.bbc.co.uk/2/hi/middle_east/7469221.stm, consultada el 14/1/2015.

[2] En una reciente noticia: “Feligreses pagan promesas a la virgen de la Divina Pastora (…) andan de rodillas en algunos tramos de la procesión, que se cumple desde el pueblo de Santa Rosa hasta la catedral de Barquisimeto, en un recorrido de más de siete kilómetros”, en http://www.avn.info.ve/contenido/feligreses-pagan-promesas-divina-pastora-desplaz%C3%A1ndose-rodillas, consultada el 14/1/2015.

[3] Piastro, Julieta. Identidades en Movimiento, en Tolerancia o Barbarie (Manuel Cruz -Comp.-), Gedisa, 1998, p.153.

[4] Casal, Jesús María. Los Derechos Humanos y su Protección, UCAB, Caracas, 2012, p. 289.



[6] Cfr. En la pagina web consultada el 11/4/2015: http://www.altafsir.com/ViewTranslations.asp?Display=yes&SoraNo=2&Ayah=0&toAyah=undefined&Language=2&LanguageID=2&TranslationBook=3. Según se indica el ejemplar de "El Noble Corán  y su traducción y comentario a la lengua española. Editado por el Complejo del rey Fahd para la impresión del texto del Corán", existe "entre los comentaristas del Corán, quien considera que esta aleya niega el uso de la fuerza contra la incredulidad, pero en caso de entenderse así, el juicio legal de la aleya habría sido abrogado por la orden definitiva de combatir la incredulidad, aleya 5 de la Sura 9. No obstante la opinión es débil ya que las aleyas que hablan de no combatir son mequíes y ésta es medinense, cuando la orden de combatir ya había sido establecida. En consecuencia, la aleya se refiere más bien a que no hay nada en el Islam que coaccione debido a su claridad y evidencia". pp. 72-73. 

6 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Constituye un ejercicio noble e interesante de comprensión de las realidades actuales. Noble por el fin que se propone e interesante por la estrategia que en él se emplea para "darle sentido a la diferencia". Sin embargo, parece concebido con un lente occidental, lo cual explicaré a través de un conjunto de interrogantes que se juzgan pertinentes, veamos: (1) ¿Ambas partes, "oriente" y "occidente" consideran que la tolerencia es el reto de la sociedad moderna?; (2) ¿No exige la tolerancia un cambio en la manera de relacionarnos con el otro, especialmente con nosotros mismos?; (3) ¿Por qué a "occidente" le parece atrasado y peligroso a quienes "viven a través de la religión"?; (4) ¿Se reflexiona desde la religión?, o en otros términos, ¿constituye la religión un espacio propicio para la reflexión?; (5) ¿Puede, por ejemplo el islamismo, ser una "crítica abierta" del hombre y sus virtudes o defectos?; (6) ¿Se acepta realmente en "occidente" la relatividad de nuestras verdades?; (7) ¿No están más propensas algunas religiones monoteístas al fanatismo y a las verdades absolutas?; (8) ¿Son los hombres y mujeres religiosos más solidarios que los que no lo son?; (9) ¿No ocupan la razón, la racionalidad y el diálogo "occidental" una buena parte del discurso para encubrir barbaridades y latrocinios sobre otros pueblos, especialmente en nombre de los "derechos humanos"?, y por último, me pregunto (10) ¿No constituye esa lógica bipolar que rige en lo político (Venezuela) un ejercicio de intolerancia que puede conducirnos a una nueva religión?

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    1. Gracias Andrés, el punto justamente es plantear un tema que parece ajeno a nuestra realidad, el ejercicio del Poder, las manifestaciones de violencia o en general el cuestionamiento de la realidad desde la religión. También, debo aclarar que no es posible delinear una contraposición nítida entre oriente y occidente en los términos históricos o geográficos (recordemos que la sede del imperio romano estuvo en Constantinopla) sino más bien políticos y económicos, en relación a un discurso que contrapone dos perspectivas de las relaciones humanas. La religión y la vida a través del ejercicio de un credo no es algo ajeno a “occidente”, movimientos como los amish o santeros son una prueba de ello, pero tales manifestaciones son consideradas ajenas a la modernidad y justamente en sus manifestaciones ortodoxas, las creencias religiosas son señaladas como atrasadas, lo que denota a mi entender poca tolerancia, que ciertamente se refleja en los diversos aspectos de la sociedad.

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    2. Retomando la idea central del artículo y los distintos comentarios emitidos, debo decir que no estoy muy seguro de que la tolerancia sea el reto de la(s) sociedad(es) moderna(s) ni que se reflexione desde la religión, aunque estoy decididamente a favor de la tolerancia y la reflexión. En relación con el primer punto, destacado por Spósito, debo señalar que la discusión se centra precisamente en determinar qué puede considerarse un "derecho humano", porque la lógica empleada en las sociedades occidentales, determinada por hechos y circunstancias políticas y económicas particulares como señala el propio autor del artículo, difiere en algunos aspectos importantes de la utilizada en ciertas religiones orientales (hablé de "partes", es decir, de "oriente" y "occidente" siempre con comillas únicamente por razones metodológicas y como un guiño al título del artículo). Sobre el segundo aspecto, insisto en que las religiones no son espacios propicios para la reflexión, aunque pueda teorizarse sobre ellas. Creo que la razón, la racionalidad, la dialéctica y la crítica, tal como las entiende el discurso académico occidental de mayor resonancia, no tienen cabida en tales religiones. La cosa sería más o menos así: las religiones orientales, según el comentario del autor, cuestionan la realidad desde su religión, pero por estos lares, muchos cuestionan la realidad y las religiones como parte de ella.

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  2. Mi estimado Jorge, no creo que la tolerancia sea el reto de la sociedad moderna (parte de ella postmoderna), ni que el interés e esta última sea consolidación de sistemas e instituciones democráticas. Clinton diría “es la economía …”.
    Huntington planteó que la sociedad del Siglo XXI se enfrentaba a un choque de civilizaciones, done el elemento religioso y la tolerancia en torno a ella no creo que sea factor determinante.
    El ejemplo de manual es Arabia Saudita, monarquía cuyo Estado se basa en los preceptos del Islam que no tiene el “estándar” de democracia impuesto por los países dominantes; viola el “estándar” de derechos humanos discrecional y oportunamente usado por los países dominantes; pero, sigue los patrones económicos dictados por occidente. He ahí el detalle.
    El problema siempre ha sido, y seguirá siendo, la economía y los intereses económicos de los países dominantes. Y la religión no es más que una de las tantas herramientas que se han usado desde tiempos inmemoriales para darle sentido a la conquista de los intereses económicos.
    Nietzsche, se preguntaba: ¿Es el hombre tan sólo un error de Dios? ¿O es Dios tan sólo un error del hombre? Tal vez fue y sigue siendo una simple herramienta de política económica.

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    1. Estimado Alejandro, asumamos que es cierto todo gira en torno al tema económico, pero ello comportaría necesariamente una segunda cuestión, que modelo económico y para dar respuesta a ello, debe hacerse una valoración que de ser meramente objetiva o vinculada al costo beneficio, responde a una particular visión, pero si esta rentabilidad se cuestiona y elementos como los de justicia social y de reivindicación entran en juego, no solo la teorías marxistas tienen algo que decir…
      Sobre este punto, el islamismo en Irán por ejemplo, es concebido “con ideas nunca oídas anteriormente. Pero en otros aspectos se suma a la larga tradición, tanto en Irán como en el mundo musulmán, de expresar las quejas socioeconómicas y culturales del único modo que resulta familiar para la mayoría de la gente: en términos religiosos en los que las fuerzas del bien combaten contra las del mal y prometiendo justicia para los oprimidos” (Nikki R. Keddie, Las raíces del Irán Moderno), lo que no tiene porque coincidir con la concepción de democracia de “occidente”, tal como señalamos en el artículo al decir para aquellas “comunidades que profesan tales valores” (democracia y pluralismo) y esa es la cuestión, la tolerancia va más allá del tema religioso y tiene que ver con la posibilidad de entender que no todos quieren una vida en torno a una mac, la abstinencia o el martirio, llevar democracia occidental con guerras resulta tan cuestionable como llevar la fe por la Santa Inquisición o la guerra santa…

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  3. Tema muy interesante y actual. Concuerdo con Amengual en el sentido que el artículo ésta escrito de este lado del mundo, pero ¿podría ser distinto? Reconozco en Castro un esfuerzo por ser imparcial.
    De mi parte, quisiera subrayar la cita al Corán que se hace en el artículo: «No cabe coacción en religión» (2:256), y referir dos comentarios, no sólo teóricos, a propósito de la tolerancia religiosa en el mundo musulmán: a lo interno, «…es creyente [el que reza en dirección a la Meca] en razón de su fe, aunque sea pecador en razón de sus faltas y graves» (Abu al-Hasan al-Ash'ari –el santo Tomás de Aquino de los musulmanes sunnitas–, Kitāb al-Lumaʽ, 64); y a lo externo, «...los no-musulmanes que viven bajo la protección del gobierno musulmán, son llamados “dhimmi” y su vida, propiedad e incluso ritos religiosos son respetados, probado que mantiene su pacto y pagan el impuesto personal. Pueden vivir pacíficamente junto a los musulmanes y gozar de todos los derechos humanos» (Bahonar y Beheshtí –mártires iraníes–, Introducción a la cosmovisión del Islam, p. 499).
    En cuanto al comentario de Escarrá, creo que algunos tienen por Dios al dinero, pero ello no quiere decir que no sean religiosos, por el contrario, algunos son más devotos a su Dios que muchos cristianos o musulmanes.

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