Emilio Spósito Contreras
LA
PERCEPCIÓN EN TLÖN
Ninguna de ellas tiene nada en
ellas mismas desemejante con aquellas cualidades sensibles percibidas por
nosotros.
George Berkeley, Tres
diálogos entre Hilas y Filonús, III.
1.
En el cuento de Jorge Luis Borges (1899-1986), Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, publicado en Ficciones (1944), a partir de una referencia de Adolfo Bioy Casares
(1914-1999) sobre “…que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado
que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de
los hombres”, buscan la fuente en The Anglo-American Cyclopaedia, y descubren la falsificación del volumen
XXVI propiedad de Bioy Casares, en la cual se incluye una entrada sobre “Uqbar”, país fantástico supuestamente
ubicado en Irak o el Asia Menor.
2. En la sección “idioma y literatura” de Uqbar, la falsificación indicaba que “…la literatura de Uqbar era de carácter
fantástico y que sus epopeyas y sus leyendas no se referían jamás a la
realidad, sino a las dos regiones imaginarias de Mlejnas y de Tlön…”.
Dos años más tarde, Borges descubre un ejemplar
de “A
First Encyclopaedia of Tlön”, perteneciente
a un tal Herbert Ashe (personaje de ficción). En la primera
página tenía estampada la inscripción “Orbis
Tertius”.
Tlön, resulta ser un planeta o mundo
fantástico, que se caracteriza por su idealismo:
Las naciones de ese planeta son –congénitamente–
idealistas. Su lenguaje y las derivaciones de su lenguaje –la religión, las
letras, la metafísica– presuponen el idealismo. El mundo para ellos no es un
concurso de objetos en el espacio; es una serie heterogénea de actos
independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial. No hay sustantivos en la
conjetural Ursprache de Tlön, de la que proceden los idiomas “actuales” y los
dialectos: hay verbos impersonales, calificados por sufijos (o prefijos)
monosilábicos de valor adverbial…
Entre los efectos del característico idealismo
de Tlön, en el texto se señala, por ejemplo:
Este monismo o
idealismo total invalida la ciencia. Explicar (o juzgar) un hecho es unirlo a
otro; esa vinculación, en Tlön, es un estado posterior del sujeto, que no puede
afectar o iluminar el estado anterior. Todo estado mental es irreductible: el
mero hecho de nombrarlo –id est, de clasificarlo– importa un falseo. De ello cabría deducir que no hay
ciencias en Tlön –ni siquiera razonamientos. La paradójica verdad es que
existen, en casi innumerable número.
(…).
Entre las doctrinas de Tlön, ninguna ha merecido tanto
escándalo como el materialismo.
3. En marzo de 1941, en una supuesta carta manuscrita de
Gunnar Erfjord (personaje de ficción), encontrada en un libro de Charles Howard
Hinton (1853-1907) que había sido de Herbert Ashe, se explica que Orbis Tertius
es
una sociedad “secreta y benévola”, surgida en Europa a principios del siglo XVII, para
inventar un país.
Hacia 1824, Ezra
Buckley (personaje de ficción), dice que en América es absurdo inventar un país
y propone la invención de un planeta: Tlön.
Borges afirma haber observado
un cuerpo metálico de forma cónica, pequeño y muy pesado: “…recuerdo que su peso era intolerable y que
después de retirado el cono, la opresión perduró. También recuerdo el círculo
preciso que me grabó en la carne. Esa evidencia de un objeto muy chico y a la
vez pesadísimo dejaba una impresión desagradable de asco y de miedo”. Al
final, el narrador sugiere que estos objetos “…son imagen de la divinidad, en ciertas religiones de Tlön”.
No es difícil vincular
el cono al objeto descrito en El Aleph
(1945).
Hacia 1944 un investigador del diario The American habría encontrado en una
biblioteca de Memphis, los cuarenta volúmenes de “A First Encyclopaedia of Tlön”.
4.
En el cuento, Borges se imagina un mundo a lo George Berkeley (1685-1753), al revés
del nuestro, donde impera el idealismo metafísico o inmaterialismo.
Dice Borges como ejemplo del herético
materialismo de Tlön:
El martes, X atraviesa un camino
desierto y pierde nueve monedas de cobre. El jueves, Y encuentra en el camino
cuatro monedas, algo herrumbradas por la lluvia del miércoles. El viernes, Z
descubre tres monedas en el camino. El viernes de mañana, X encuentra dos
monedas en el corredor de su casa. El heresiarca quería deducir de esa historia
la realidad –id est la continuidad- de las nueve monedas recuperadas. Es absurdo
(afirmaba) imaginar que cuatro de las monedas no han existido entre el martes y
el jueves, tres entre e1 martes y la tarde del viernes, dos entre el martes y
la madrugada del viernes. Es lógico pensar que han existido -siquiera de algún
modo secreto, de comprensión vedada a los hombres- en todos los momentos de
esos tres plazos.
Por
su parte, dice Berkeley, en Principies of
Human Knowledge (1710)
…hay un continuo aniquilamiento de seres y
una continua y nueva creación. Así, los objetos sensibles existen sólo cuando
son percibidos: existen los árboles en el jardín y las sillas en el salón
solamente cuando haya quien pueda percibirlos. Al cerrar los ojos, quedan
reducidos a la nada los objetos y muebles del salón; y con sólo abrirlos de
nuevo, otra vez son creados.
Para responder a esto recomendaré
únicamente que el lector recuerde lo expuesto (…), y considere si es que la existencia real
de una idea significa algo distinto del hecho de ser percibida (Principios,
XLV).
Debe aclararse que Berkeley no pone en
duda la existencia de las cosas, cuerpos o sustancias corpóreas –en su sentido
corriente–, sino en su sentido filosófico: “…nuestra doctrina no pone en peligro la verdad de ningún libro, ni sagrado
ni profano, cuando emplea esos términos en su acepción vulgar, o de tal manera
que puedan tener una interpretación dentro del lenguaje usual” (Principios, LXXXII).
Así, en el mundo de Tlön, como en la
cabeza del obispo Berkeley, la percepción es fundamental y se niega la existencia
de una realidad subyacente: “Al cerrar
los ojos, quedan reducidos a la nada los objetos y muebles del salón; y con
sólo abrirlos de nuevo, otra vez son creados” (Principios, XLV).
En la misma línea de pensamiento David
Hume (1711-1776), en su obra An Enquiry
Concerning Human Understanding (1739), agrega la noción de impresión, al señalar:
Considero el moblaje de mi cuarto,
cierro los ojos y los abro después, y hallo de nuevo que las percepciones se
asemejan totalmente a las que antes impresionaron mis sentidos (Tratado,
I, IV, II).
5.
Visto desde el comportamiento organizacional, bajo el mismo esquema teórico, percepción
es el proceso por el cual los individuos organizan e interpretan las
impresiones de sus sentidos con objeto de asignar significado a su entorno (ROBBINS,
Stephen P. y Timothy A. JUDGE, Comportamiento
organizacional. Pearson-Prentice Hall, 13ª edición. México 2009, p. 139).
Los habitantes de Tlön, como bien señala
Borges, “…conciben el universo como una
serie de procesos mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo
sucesivo en el tiempo (…). La
percepción de una humareda en el horizonte y después del campo incendiado y
después del cigarro a medio apagar que produjo la quemazón es considerada un
ejemplo de asociación de ideas”.