miércoles, 31 de octubre de 2018

Phantasticher roman

Alfred Kubin

LA OTRA PARTE:
Una novela fantástica

De la traducción de Juan José del Solar.


Perla, capítulo III, La vida cotidiana, IX.

(…) Vagar las noches por las calles de Perla era una auténtica tortura. Las personas hipersensibles veían abrirse ante ellos abismos espeluznantes. Quejas y gemidos de todo tipo surgían de las ventanas enrejadas y de los sótanos. Tras las puertas semiabiertas se oían gritos sofocados que hacían pensar involuntariamente en estrangulaciones y crímenes de toda especie. Siempre que, con paso temeroso, me dirigía a casa escuchaba detrás de mí cientos… no, más bien miles de carcajadas y voces burlonas. Los portones de las casas abrían sus enormes fauces ante el apresurado transeúnte, como queriendo devorarlo. Voces invisibles atraían hacia la orilla del río; la tienda de Blumenstich esbozaba una sonrisa sarcástica; la lechería simulaba una trampa oculta e insidiosa, y ni siquiera el molino permanecía tranquilo, sino que parloteaba animadamente toda la noche. Acosado por el miedo, muchas veces me refugiaba en el Café al regresar a casa. Entretanto, mi pobre esposa, sola en el piso, también era presa del pánico cuando un armario rechinaba o un vaso se rompía en mil pedazos. Creía oír palabras espantosas que surgían de todos los rincones. Más de una vez la encontré a mi llegada, bañada en un sudor frío, producto de sus pavorosas alucinaciones. Aquellas noches de insomnio ejercieron un influjo demoledor sobre sus nervios: muy pronto empezó a ver por todas partes fantasmas y sombras errantes.

Tagebuch



Ernest Jünger

RADIACIONES I:
Diarios de la Segunda Guerra Mundial
(1939-1943)

De la traducción de Andrés Sánchez Pascual.


Lötzen, 20 de noviembre de 1942

Por la mañana paseo alrededor de la fortaleza de Boyen; sus dentadas fortificaciones están rodeadas por una corona formada por un ralo bosque de abedules y alisios; en las desnudas copas de los árboles revoloteaban bandadas de cornejas cenicientas. Durante ese paseo he subido a la colina que queda a orillas del lago; en su cima hay un gran crucifijo de hierro, levantado en memoria de Bruno von Querfurt, un misionero que murió martirizado en estas tierras el 9 de marzo de 1009.
Lectura: continúo con el Libro de Jeremías. He hojeado además un poco La mort et ses problèmes, de Henri Bon. En este libro he encontrado citada la tétrica opinión de Parménides, el cual atribuye capacidad perceptiva a los cadáveres; según Parménides, éstos siguen teniendo sensibilidad para el silencio, el frío, la obscuridad. Al leer aquello se me vino a la cabeza el modo inquietante como vi que se transformaban, durante nuestro avance a través de Francia, las caras de los caballos caídos.
A última hora de la tarde, ya oscuro, de nuevo a orillas del lago; a través de las nubes brillaba la Luna. Me he sentido interiormente más fuerte y con ello, al mismo tiempo, más curioso de saber cómo transcurrirá este viaje.

jueves, 11 de octubre de 2018

In tyrannos


Fray Luis de León
(circa, 1527-1591)

CONTRA UN JUEZ AVARO*
Poema XVI

Aunque en ricos montones
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;
y aunque cruel tirano
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;
aunque engañes los ojos
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto
no velará en tu lecho;
ni huirás la cuita y agonía,
el último despecho;
ni la esperanza buena en compañía
del gozo tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
con serpentino azote la alta y fiera
y diestra mano armada,
saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora
del Tiempo hambriento y crudo,
que viene con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
y quedarás sumido
en males no finibles y en olvido.

*De la edición de Juan Alcina