miércoles, 31 de octubre de 2018

Phantasticher roman

Alfred Kubin

LA OTRA PARTE:
Una novela fantástica

De la traducción de Juan José del Solar.


Perla, capítulo III, La vida cotidiana, IX.

(…) Vagar las noches por las calles de Perla era una auténtica tortura. Las personas hipersensibles veían abrirse ante ellos abismos espeluznantes. Quejas y gemidos de todo tipo surgían de las ventanas enrejadas y de los sótanos. Tras las puertas semiabiertas se oían gritos sofocados que hacían pensar involuntariamente en estrangulaciones y crímenes de toda especie. Siempre que, con paso temeroso, me dirigía a casa escuchaba detrás de mí cientos… no, más bien miles de carcajadas y voces burlonas. Los portones de las casas abrían sus enormes fauces ante el apresurado transeúnte, como queriendo devorarlo. Voces invisibles atraían hacia la orilla del río; la tienda de Blumenstich esbozaba una sonrisa sarcástica; la lechería simulaba una trampa oculta e insidiosa, y ni siquiera el molino permanecía tranquilo, sino que parloteaba animadamente toda la noche. Acosado por el miedo, muchas veces me refugiaba en el Café al regresar a casa. Entretanto, mi pobre esposa, sola en el piso, también era presa del pánico cuando un armario rechinaba o un vaso se rompía en mil pedazos. Creía oír palabras espantosas que surgían de todos los rincones. Más de una vez la encontré a mi llegada, bañada en un sudor frío, producto de sus pavorosas alucinaciones. Aquellas noches de insomnio ejercieron un influjo demoledor sobre sus nervios: muy pronto empezó a ver por todas partes fantasmas y sombras errantes.

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