jueves, 29 de junio de 2017

Guerra económica


Emilio Spósito Contreras

UN CASO DIFÍCIL DE EXPLICAR
Sobre la “guerra económica”
o  “guerra”  al  capitalismo

Sólo cuando dispongas de una provisión diaria de mil monedas de oro,
podrás movilizar un ejército
Sun-zi, El arte de la guerra, 2.

1. El cerdo y el caballo

Los estrategas están conscientes de la importancia del elemento económico para lograr el éxito de cualquier plan de acción, de allí que se hayan introducido expresiones como “economía de guerra”, para designar a la economía en función de la guerra; y eufemismos como “guerra económica” para referirse a la economía como arma de guerra.
Algún irresponsable decía: tanto en la guerra como en el amor, todo se vale.
Sobre la primera expresión no parece haber grandes dificultades. Así como el cerdo (Sus scrofa) es capaz de cambiar su fenotipo según el medio sea doméstico o salvaje, también el Estado es capaz de adaptar su economía según se encuentre en paz o en guerra.
Pero sobre la segunda, “guerra económica”, es necesario hacer algunas precisiones:
Se remonta a Marx y más claramente a Keynes, la idea de que la economía se puede manipular para lograr determinados efectos. A esta premisa podría objetarse que si bien malas políticas pueden arruinar una economía, no hay prueba fehaciente de que las “buenas” hayan contribuido determinantemente al desarrollo económico.
A partir de ello, pretender que fijadas acciones puedan ser utilizadas por enemigos externos –o peor aún, internos…– para impactar en la economía de un país, resulta en una peligrosa mezcla entre cinismo e idiotez.
Primero, porque el mercado es una especie de caballo indómito (Equus caballus), que en vez de someterse impone las reglas; y, segundo, porque en todo caso, quien eventualmente podría impactar la economía de un país, es el propio gobierno a través de políticas públicas equivocadas.

2. La montaña

A lo largo de los años hemos arrastrado la infundada creencia de que vivimos en un país rico, con una alta renta proveniente de la explotación de sus cuantiosos recursos naturales y la existencia de un mercado prodigioso en el cual todo se vende a cualquier precio.
Para sorpresa de muchos, los índices macroeconómicos contradicen estas creencias y, en los últimos tiempos, son muchas las empresas nacionales que han cerrado y las transnacionales que se han ido. Ejemplos emblemáticos: Kimberly-Clark y General Motors.
–¡Sufrimos una “guerra económica”!– Claman los responsables de la economía.
En un ejercicio imaginativo, un nada envidiable gerente de una empresa transnacional en Venezuela, explica a su casa matriz la situación de la empresa en Venezuela y sobre los motivos jurídicos de la difícil situación:

«1. La empresa es una sociedad mercantil regida por el Código de Comercio (artículo 10), y por lo tanto, obligada a realizar los registros, asientos y demás exigencias que correspondan según la ley.
El Código de Comercio vigente es de 1955, adaptado a una Venezuela capitalista. No obstante, en la actualidad, el gobierno nacional implementa una asamblea nacional constituyente con la expresa intención de implementar un Estado socialista, con todo lo que ello implica desde el punto de vista económico.
2. Por su composición accionaria, la empresa está sujeta al Decreto presidencial N° 1.438 del 17 de noviembre de 2014, contentivo del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Inversiones Extranjeras, y a la vigilancia administrativa del ministerio del ramo y del Centro Nacional de Comercio Exterior.
Dada la proporción accionaria de la casa matriz (60%), el Centro Nacional de Comercio Exterior podría considerar a la empresa como una empresa filial, subsidiaria o vinculada (artículo 6, numeral 9 eiusdem).
El artículo 24 del referido Decreto establece como inversión mínima USD 1.000.000,00 y el artículo 29 contempla un lapso no menor a 5 años desde el momento de haber obtenido el registro de inversor extranjero, en este caso como empresa filial, subsidiaria o vinculada, para poder repatriar capitales.
3. La empresa, por la posición en el mercado de su producto X (78%), está sujeta al Decreto presidencial N° 1.415 del 13 de noviembre de 2014, contentivo Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Antimonopolio, y sometida a la Superintendencia Antimonopolio.
En tal sentido, para la situación de X en el mercado, el comentado Decreto contempla la denominada “posición de dominio” (artículos 13 y 15, numeral 2), a partir de la cual se imponen una serie de restricciones a la empresa, a fin de evitar conductas manipuladores (artículo 7), acuerdos y concertaciones (artículos 8 y 9) y concentraciones (artículo 10) que menoscaben la libre competencia.
4. La empresa produce y comercializa X, un producto de primera necesidad cuyo precio está regulado de conformidad con lo previsto en el Decreto presidencial N° 1.467 del 18 de noviembre de 2014, contentivo del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de Precios Justos, y sometida a la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (artículo 8).
Conforme a dicha Ley, en Venezuela el precio no es fijado por la oferta y la demanda del producto o servicio, sino que con base en Ley y con límites como no poder exceder del 30% de la estructura de costos del bien o servicio (artículo 32).
5. Desde que Venezuela denunció el Acuerdo de Cartagena para sustraerse del Pacto Andino, la materia está regulada por la Ley de Propiedad Industrial de 1956, lo cual coloca a empresas como la nuestra en una situación de atraso y desventaja respecto de la protección de estos derechos en otros países de la región.
No obstante la inclinación del gobierno socialista a desconocer los derechos privados sobre inventos industriales y marcas, la Ley contempla un sistema de patentes (artículo 5 y ss.) y marcas comerciales (artículo 27 y ss.).
6. Debido a que Venezuela es un país cuyos ingresos en divisas provienen principalmente de la exportación de crudo, en manos del gobierno, la economía depende en gran medida de la administración de las divisas por parte de aquél y las importaciones de productos y servicios.
Respecto de la administración de divisas, desde 2003 existe un control de cambio, actualmente a cargo del Centro Nacional de Comercio Exterior (Decreto presidencial N° 1.403 del 13 de noviembre de 2014, contentivo del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley del Régimen Cambiario y sus Ilícitos).
En materia de importaciones, existe un complejo entramado jurídico (Código Orgánico Tributario, Ley de Aduanas, reglamentos, resoluciones, sentencias, entre otras) sobre el sistema aduanero y tributario, administrado por el Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria.
7. Dado que la empresa tiene aproximadamente 55 trabajadores, es necesario tener en cuenta que se rige por la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, instrumento marcadamente protector de los trabajadores y que, comparativamente con otros países, hace muy costoso el factor trabajo.
Actualmente, existe un decreto de inamovilidad laboral, en virtud del cual no puede despedirse válidamente ningún trabajador salvo que se considere personal de dirección. En tal sentido, cualquier arreglo amistoso al que se pudiera llegar para poner fin a la relación laboral, podría ser impugnado con éxito tanto en sede administrativa como jurisdiccional.
Finalmente, es de resaltar que los 3 distribuidores “independientes”, pueden ser considerados trabajadores, según los precedentes jurisprudenciales en casos como los de los camioneros de Polar y Coca-Cola».

Faltó, a nuestro hipotético gerente, explicar a la casa matriz otras cosas difíciles de entender como el Decreto de emergencia económica, la burla a la separación de poderes, el desconocimiento de la Asamblea Nacional –o que un coronel saque a empujones de las instalaciones del Legislativo al pusilánime Presidente de la Asamblea Nacional–, la desmesura de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia o la usurpación de las funciones del Ministerio Público por parte de la Defensoría del Pueblo, entre otros muchísimos agravios al Derecho.

3. Pronóstico reservado

Hacer proyecciones no es fácil, los economistas lo saben bien. De nuestra parte, nos reservamos las recomendaciones sobre qué hacer, contenidas en las conclusiones del aludido reporte, pero juzgue usted mismo, estimado lector, qué puede esperarse de un entorno como el descrito.
La ruina económica dificulta lo que se puede hacer, pero siempre es una buena razón para escalar el conflicto. Un profesor de Estrategia y Estructura preguntaba sobre las causas de la Revolución Francesa; la respuesta es compleja, múltiple, pero entre las posibles causas sin duda debe señalarse la quiebra del Estado, debido a una “guerra” a la economía.

Al parecer, todo es cuestión de prepararse… y esperar.

viernes, 23 de junio de 2017

Maldición indígena


Emilio Spósito Contreras

INVOCACIÓN A TEZCATLIPUCA
PARA SALIR DEL MAL GOBERNANTE

Las mercedes que le habéis hecho y la dignidad en que le habéis puesto ha sido la ocasión de su perdición.
Oración a Tezcatlipuca [1].

I. Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590)

Nacido en León y formado en la Universidad de Salamanca, fue un fraile franciscano radicado en Nueva España inmediatamente después de la conquista de Cortés, que desarrolló una extraordinaria labor de investigación enciclopédica sobre la cultura mexicana [2].
Sahagún fue uno de los preceptores de la élite indígena educada en el célebre Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, fundado en 1536 bajo los auspicios del célebre obispo Zumárraga –protagonista de la aparición de N. S. la Virgen de Guadalupe– y el virrey de Mendoza, y que serviría de fundamento a la universidad mexicana, hoy representada por la Universidad Nacional Autónoma de México.
En tres años, Sahagún aprendió el náhuatl, y tras un trabajo de casi veinte años, compuso su magna obra: Historia General de las cosas de la Nueva España. El ejemplar manuscrito conocido como Códice florentino (1577), es un tratado bilingüe náhuatl-castellano sobre el saber de los mexicanos antes de la llegada de los europeos, tomados por el franciscano directamente de sabios tlatelolcas y en la lengua de éstos.

II. El dios Tezcatlipuca

El panteón azteca fue rico y variado: Huitzilopuchtli [3] era equivalente al Hércules latino; Tláloc Tlamacazqui era el dios de la lluvia; Quetzalcóatl el de los vientos; Tonantzin era “nuestra madre”; Chicomecóatl la diosa de los alimentos; y Tlazultéutl, “la diosa de la carnalidad” o a decir de Sahagún: “otra Venus”.
La Historia General, está conformada por doce libros. El primero de ellos referido a “los dioses que adoraban los naturales”, y en su capítulo III se describe al dios Tezcatlipuca, llamado por Sahagún “otro Júpiter”.
Leamos directamente del leonés, la descripción del ser celestial:

era tenido por verdadero dios, y invisible, el cual andaba en todo lugar: en el Cielo, en la tierra y en el Infierno. Y tenían que cuando andaba en la tierra movía guerras, enemistades y discordias, de donde resultaban muchas fatigas y desasosiegos. Decían que el mesmo incitaba a unos contra otros para que tuviesen guerras, y por esto le llamaban Nécoc Yáutl; quiere decir «sembrador de discordias de ambas partes». Y decían él solo ser el que entendía en el regimiento del mundo, y que él solo daba las prosperidades y riquezas, y que él solo las quitaba cuando se le antojaba. Daba riquezas, prosperidades y fama, y fortaleza y señoríos, y dignidades y honras, y las quitaba cuando se le antojaba. Por eso le temían y reverenciaban, porque tenían que en su mano estaba el levantar y abatir (sic) [4].

III. El poder mágico de la palabra hablada y escrita

Como bien se sabe, en la gran mayoría de las creencias religiosas, la palabra tiene un efecto especial. Con más razón la escritura, en muchos casos creada por los propios dioses: Nabû para los babilónicos, Thoth para los egipcios, Brama para los hindúes y Odín para los germánicos, son los autores de la escritura a través de la cual los hombres pueden comunicarse con ellos [5].
Precisamente en la Historia General, en el libro sexto: “De las oraciones con que oraban a los dioses…”, en el capítulo VI: “del lenguaje y afectos que usaban orando a Tezcatlipuca, demandándole tuviese por bien de quitar del señorío, por muerte o por otra vía, al señor que no hacía bien su oficio”, leemos:

castigalde de tal manera que sea escarmiento para los demás, para que no le imiten en su mal vivir. Véngale de vuestra mano el castigo, según que a vos pareciere, ora sea enfermedad, ora otra cualquier aflicción, o le privad del señorío para que pongáis a otro de vuestros amigos que sea humilde y devoto y penitente, que tenéis vos muchos tales, que no os falten tales personas cuales son menester para este oficio, los cuales os están esperando y llamando, y los tenéis conocidos por muy amigos y siervos que lloran y sospiran en vuestra presencia cada día (sic) [6].

IV. De la naturaleza de los tlatoanis

Tlatoani u “orador” –la palabra es poder–, fue el nombre dado a los gobernantes mexicanos: líderes religiosos y comandantes militares de su pueblo. Huey Tlatoani de la triple alianza de México-Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán, por ejemplo, fue el título de Moctezuma II (1466-1520), el último emperador de los aztecas.
En la Historia General, libro octavo, capítulo XVIII, se describe “la manera que tenían en elegir los señores”. A veces se critica que se identifique al huey tlatoani como emperador, pero sobre todo en la forma de elección, los mexicanos coincidían en mucho, con la forma de elegir al emperador del Sacro Romano Imperio [7].
En el texto en estudio se señala:

Cuando muría el señor o rey, para elegir otro juntábanse los senadores que llamaban tecuhtlatoque, y también los viejos del pueblo, que llamaban achcacauhti, y también los capitanes, soldados viejos de la guerra, que llamaban yautequihuaque, y otros capitanes que eran principales en las cosas de la guerra, y también los sátrapas que llamaban tlenamacaque o papahuaque. Todos éstos se juntaban en las casas reales; allí deliberaban y determinaban quién había de ser señor. Y escogían uno de los más nobles de la línea de los señores antepasados que fuese hombre valiente, exercitado en las cosas de la guerra, osado y animoso, y que no supiese beber vino, que fuese prudente y sabio, que sea criado en el calmécac, que supiese bien hablar y fuese entendido y recatado y amoroso (sic) [8].

Evidentemente, a la nobleza de sangre, debía corresponder una acendrada virtud. Pero sobre todo, las cualidades tan finamente descritas y lamentablemente extrañas entre nosotros, debían ser identificadas por los mejores exponentes de la sociedad mexicana: tecuhtlatoques, achcacauhtis, yautequihuaques y tlenamacaques o papahuaques.

V. Perspectivas y conclusiones

La elegancia de los nahuas no deja de sorprendernos. Compartimos el original entusiasmo que experimentaron los hermanos Sahagún, Toral, Navarro, Ovando y Sequera. La simplicidad del razonamiento es pasmosa: los gobernantes, que basan su poder en el consenso del pueblo, deben ser buenos, porque de lo contrario, el pueblo y la divinidad que permitió su gobierno, pueden y deben derrocarlos.
La referencia a la invocación contra los malos gobernantes, no deja de ser una expresión más de la religiosidad de los indígenas americanos que, aunque sin duda soberanos, fueron lo suficientemente humildes para reconocer y apelar a fuerzas superiores por las cuales el mundo es finalmente gobernado.
Pero la referida invocación a Tezcatlipuca, no se reduce a castigar al tirano: “ora sea enfermedad, ora otra cualquier aflicción”; sino que del texto destaca, después de una acusación por sus crímenes, el deseo de otro gobierno mejor: “para que pongáis a otro de vuestros amigos que sea humilde y devoto y penitente”.
Más allá de maldecir al magnate, los aztecas imploran a Tezcatlipuca un gobierno justo. No parece el odio, sino la piedad, la reverencia al mismo dios y que el gobernante no tuvo, lo que los mueve [9]. El epígrafe de este trabajo da cuenta de ello: “Las mercedes que le habéis hecho y la dignidad en que le habéis puesto ha sido la ocasión de su perdición”.
Hoy como ayer, cuando se renuncia a responder legítimamente a insolencias y violencias desenfrenadas, cobra sentido el minucioso pensamiento indígena, que como el amazónico, frente al brutal ataque de su dignidad invoca al Dabucurí, para que haga caer y castigue a los tiranos y renazca la concordia entre los hombres.

NOTAS

[1] SAHAGÚN, Bernardino de, Historia General de las cosas de la Nueva España. Introducción, paleografía, glosarios y notas de Josefina García Quintana y Alfredo López Austin. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes - Alianza Editorial, S. A. 2 tomos. México 1989, libro sexto, capítulo VI.
[2] Para los datos biográficos de Fray Bernardino de Sahagún, vid. GARCÍA QUINTANA, Josefina y Alfredo LÓPEZ AUSTIN, “Introducción, paleografía, glosarios y notas” a SAHAGÚN, Bernardino de, Historia General de las cosas de la Nueva España. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes - Alianza Editorial, S. A. 2 tomos. México 1989, pp. 11-20.
[3] Se sigue la ortografía de Sahagún.
[4] SAHAGÚN, Bernardino de, Op. cit.
[5] Sobre el tema vid. ELIADE, Mircea, Tratado de Historia de las religiones. Traducción de Tomás Segovia. Ediciones Era, S. A. 12ª edición. México 1997, pp. 396-397; GELB, Ignace J., Historia de la escritura. Traducción de Alberto Adell. Alianza Universidad (AU 155).Madrid 1976, pp. 296-301; HOWARD, Michael, Las runas y otros alfabetos mágicos. Traducción de Alberto Vásquez-Prego. Ediciones Lidium. Buenos Aires 1983, passim.
[6] SAHAGÚN, Bernardino de, Op. cit.
[7] Vid. BRYCE, James, The Holy Roman Empire. Chronicon Edition. Lexington 2012, pp. 201-207.
[8] SAHAGÚN, Bernardino de, Op. cit.

[9] Sobre el tema de la piedad, vid. ZAMBRANO, María, El hombre y lo divino. Fondo de Cultura Económica. 2ª edición, 3ª reimpresión. Breviario 103. México 2001, pp. 200-208.

viernes, 16 de junio de 2017

Familia y violencia



Emilio Spósito Contreras

LA FAMILIA CONTRA LA VIOLENCIA

I

El individuo, el ciudadano, rara vez se encuentra como tal en la vida social. A quien llamamos ciudadano, normalmente lo encontramos inmerso en grupos sociales– organizaciones humanas intermedias entre el individuo y el Estado–, tales como los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones civiles, etc., pero sobre todo, en el grupo natural denominado familia.
Entenderemos por familia, el conjunto de personas vinculadas por lazos afectivos, morales y jurídicos, en virtud del establecimiento de una pareja que tiene como finalidad la procreación y crianza de la prole.
Se señalan como sujetos (activos y pasivos) de la violencia a las personas individualmente consideradas –v. gr. se habla de números de homicidios por cada cien mil habitantes–; y a los grupos de personas, tales como facciones, bandas… o los propios Estados, pero nunca a las familias.
En cuatro artículos revisados, correspondientes a estudios en diferentes países latinoamericanos (Chile, Colombia, México y Venezuela), subrayaremos los actores de la violencia destacados (pasivos y activos) y las soluciones dadas a la misma.
Proponemos, una relectura de los artículos y sus propuestas considerando a la familia actora de la violencia, como mecanismo para una mejor comprensión y solución del problema de la violencia en nuestras sociedades. Veamos:

II

El artículo 332 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, establece la competencia del Ejecutivo Nacional, concurrente con los Estados y Municipios, en (i) restablecer y mantener el orden público; (ii) proteger a los ciudadanos, hogares y familias; (iii) apoyar las decisiones de las autoridades competentes; y, (iv) asegurar el pacífico disfrute de las garantías y derechos constitucionales, de conformidad con la ley.
Para lo cual, organizará (i) un cuerpo uniformado de policía nacional; (ii) un cuerpo de investigaciones científicas, penales y criminalísticas; (iii) un cuerpo de bomberos y administración de emergencias de carácter civil; y (iv) una organización de protección civil y administración de desastres.
De la redacción de la norma destaca la protección de las familias a la par de los ciudadanos y sus hogares. No obstante, no es usual en la doctrina al respecto existente en Venezuela o en Latinoamérica, encontrar referencias a la familia como sujeto de la violencia. A continuación algunos casos doctrinarios:
Caso I. Democracia y seguridad ciudadana en Chile, de Enrique Oviedo: En el artículo el autor identifica a los siguientes actores de la violencia: el Estado y sus manifestaciones, tales como gobiernos municipales, Carabineros y Policía de Investigaciones de Chile; y los individuos o ciudadanos. También identifica, pero como escenarios de la violencia, a la familia y la sociedad.
En cuanto al problema y sus soluciones, se plantea que a pesar de la baja tasa de violencia experimentada en Chile, existe una alta percepción de ésta, que en lo público estimula una opinión generalizada a favor de medidas represivas, y en lo privado la toma de medidas de seguridad de bienes y personas. Como solución se propone cambiar el tratamiento comunicacional y político del tema.
Caso II. La política de seguridad urbana en Colombia. El caso de Medellín, 2006-2011, de Pablo Emilio Angarita Cañas: En este caso, los actores de la violencia son los ciudadanos, el municipio, bandas delincuenciales, grupos narcotraficantes. Como estrategia de intervención se señala la “promoción de la convivencia familiar”, en la cual la familia es un ámbito de acción. El autor propone el enfoque humano (“Seguridad Humana”) como alternativo al “securitario” o represivo, destacando la protección de los derechos humanos y la aplicación de medidas socio preventivas.
Caso III. La participación de los ciudadanos en la seguridad pública en México. Algunas reflexiones sobre el impacto limitado y los retos de la participación ciudadana organizada en el campo de la inseguridad, de José Alfredo Zavaleta Betancourt: Los actores de la violencia son los individuos, organizados como grupos de participación, y el Estado, en sus diversas manifestaciones (Fuerza Armada y policía). Se propone la participación de la sociedad civil organizada como mecanismo de gestión y control de la inseguridad.
Caso IV. La izquierda y la seguridad. Discursos y estrategias de seguridad ciudadana durante el gobierno bolivariano, de Andrés Antillano: En este caso, el autor titula un capítulo como “Los actores de la seguridad”, en el cual destaca al Estado (gobierno nacional y gobiernos locales) y a la comunidad organizada. En el trabajo se plantea la responsabilidad de los gobiernos populistas en la generación de la violencia cuando se vincula a sus causas principales: pobreza y desigualdad, y la utilización del tema como instrumento de lucha política de la oposición a tales tipos de gobierno.
Ahora bien, coloquemos a la familia como actora en materia de seguridad, más allá de los individuos que la conforman y que solos se encuentran incompletos; normalmente como víctimas de la violencia, pero también, a semejanza de lo que pasa en el tema educativo, como instancia a tomar en cuenta en las políticas públicas para la solución del problema, y veamos que ocurre:
Los problemas en la familia generan violencia a sus integrantes y a la sociedad que sirven de base. En tal sentido, la familia debe ser considerada en sí misma, como victima de la violencia y como agente de ella. La familia juega un importante papel, no sólo en lo social, sino en lo educativo, lo económico y hasta en lo político, por lo que es comprensible que sea indispensables su consideración en las políticas públicas contra la violencia, así como que la familia considere su participación en temas que le atañen, como el de la seguridad.

III

Ha sido una constante en los estudios de la violencia, considerar al individuo, a la sociedad y al Estado como actores de la seguridad, obviando a la familia. En un Estado de individuos, desestructurado, la violencia es expresión de la pobreza, la desigualdad o los abusos de los agentes del Estado.
Pero no se da en la realidad la dicotomía individuo-Estado, sino que el hombre se presenta inmerso en múltiples agrupaciones humanas, entre la que destaca, por natural, la familia. Visto así, entre el individuo y el Estado, se encontraría la asociación familiar, que en su papel de mediadora, semillero de la ciudadanía, es capaz de matizar la pobreza, la desigualdad y la injusticia y, en consecuencia, de evitar o disminuir la violencia.
En tal sentido, las políticas públicas en materia de seguridad deben contemplar a la familia como sujeto de la violencia, en cuanto víctima y posible agente de violencia por dificultades internas. Asimismo, las familias, fortalecidas, deben participar en la toma de decisiones en esta materia, como participan en el tema económico o educativo, a fin de poner al servicio de las familias, la acción pública en materia de seguridad, con seguras consecuencias en lo que respecta a la protección de los derechos humanos.

BIBLIOGRAFÍA

ANGARITA CAÑAS, Pablo Emilio, La política de seguridad urbana en Colombia. El caso de Medellín, 2006-2011. En AA.VV., La inseguridad y la seguridad ciudadana en América Latina. José Alfredo Zavaleta Betancourt, Coordinador. Colección Grupos de Trabajo. CLACSO. Buenos Aires 2012, pp. 259-301.

ANTILLANO, Andrés, La izquierda y la seguridad. Discursos y estrategias de seguridad ciudadana durante el gobierno bolivariano. En AA.VV. La inseguridad y la seguridad ciudadana en América Latina. José Alfredo Zavaleta Betancourt, Coordinador. Colección Grupos de Trabajo. CLACSO. Buenos Aires 2012, pp. 179-203.

OVIEDO, Enrique, Democracia y seguridad ciudadana en Chile. En AA.VV., Violencia, sociedad y justicia en América Latina. Roberto Briceño-León, Compilador. Colección Grupos de Trabajo. CLACSO. Buenos Aires 2003, pp. 313-338.


ZAVALETA BETANCOURT, José Alfredo, La participación de los ciudadanos en la seguridad pública en México. Algunas reflexiones sobre el impacto limitado y los retos de la participación ciudadana organizada en el campo de la inseguridad. En AA.VV., Seguridad en democracia. Un reto a la violencia en América Latina. Alejo Vargas Velásquez (Coordinador). Colección Grupos de Trabajo. CLACSO. Buenos Aires 2010, pp. 43-67.

jueves, 8 de junio de 2017

Política y literatura


Emilio Spósito Contreras

EL QUIJOTE JURÍDICO II:
De la embestida, lanza en ristre,
del valeroso Don Quijote de
la Mancha, en contra
de las órdenes
inicuas

A la heroica juventud venezolana, dedico.

1. La semana pasada expusimos una luminosa verdad del Quijote [1], sobre la calidad del buen gobernante [2], y como nos pareció provechosa, volvemos esta semana con una joya que encontramos en la novela de don Miguel de Cervantes, ahora referida a la otra cara de la moneda de este asunto: al modo en que deben proceder los gobernados:

…Los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armas, y desenvainar las espadas, y poner a riesgo sus personas, vidas y hacienda. La primera, por defender la fe católica, la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divina, la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda, la cuarta, en servicio de su Rey en la guerra justa, y si le quisiésemos añadir la quinta (que se puede contar por segunda),es la defensa de su patria.
Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha II, cap. XXVII.

En primer lugar, destaca el orden de prioridades del buen caballero: religión, vida, honra, familia, hacienda, rey y patria. Llama la atención para los modernos que se distinga entre rey y patria, lo que sólo puede denotar que para la época faltaba la idea de Estado que hoy conocemos. Recuérdese que entonces, los monarcas pertenecían a dinastías que no siempre estaban claramente vinculadas a un pueblo o territorio.
En segundo lugar, que un buen caballero debe estimar más su alma que su hacienda, cosa que sin duda ocurrió con Simón Bolívar o Manuel Belgrano, quienes murieron pobres al consagrar a la lucha por la independencia, tanto sus vidas como sus fortunas.
Y en tercer lugar, pero no por ello menos importante, que un perfecto caballero, “hidalgo” o “infanzón” como presumía ser Don Quijote, debe obedecer, portar las armas y seguir a su rey, pero sólo cuando es justo hacerlo, tanto en la guerra como en la paz, pues hay Derecho tanto en una como en otra.
Sobre qué hacer ante lo contrario, el Quijote lo deja entrever, pero también es prudente, porque el personaje es sabio, ingenioso, valiente, aguerrido y loco, pero no tonto.
Lo relevante es que el manchego, aprovecha la ocasión para señalarnos la necesidad de la justicia de los gobernantes, uno de los principales temas de la Escuela de Salamanca, de los maestros Vitoria, Suárez y Mariana, que precisamente sobre la guerra, exigieron como requisitos la necesidad, el justo título y la justa dirección [3], así como dejaba entrever el derecho de resistencia de los súbditos, siempre que consideraran que el gobernante se apartaba de la religión y la justicia [4].

2. Nos maravilla, sobre todo en estos tiempos, la concepción del Derecho de gentes, la existencia de un Derecho válido durante la guerra y, con más razón durante la paz; frente al cual deben someterse todos los hombres, incluidos sus jefes o gobernadores, so pena de ser desobedecidos, resistidos y, finalmente, combatidos, tal como si se tratase de Vellido Dolfas o el mismísimo conde Galalón de Maganza, el traidor.
La razón natural exige del gobernante que su acción violenta sea respuesta a un mal duradero, grave y cierto, para el cual no exista más remedio que una actuación de su parte, factible y proporcionada [5]. Sólo así, podría contar con el apoyo de sus gobernados.
De lo contrario, un valeroso caballero no cometería ninguna falta si desobedeciera órdenes injustas y, por el contrario, se opusiera a ellas, cumpliendo la advertencia que hiciera Don Quijote a aquel labrador que cobardemente azotaba a su joven criado: “Por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza” (Don Quijote I, cap. IV).
El gran Cicerón, en el fragmento siempre conocido de su República, identificado como El sueño de Escipión [6], refiere:

Nada hay, de lo que se hace en la tierra, que tenga mayor favor cerca de aquel Dios sumo que gobierna el mundo entero que las agrupaciones de hombres unidos por el vínculo del Derecho, que son las llamadas ciudades. Los que ordenan y conservan éstas, salieron de aquí y a este cielo vuelven.

El Quijote, habría podido tener este texto en su biblioteca de caballería, y dado que en él se ata el orden jurídico a la virtud, bien podría haberlo recitado de memoria en uno de sus frecuentes lances contra malandrines.

3. La historia de Venezuela, a pesar de los muchos charlatanes, tiranos y filibusteros, cuenta con ejemplos de acendrados caballeros. Por ejemplo, durante el período que José Gil Fortoul llama “la oligarquía liberal” (1848-1858) [7], son dignos de recordar: José Laurencio Silva, Jacinto Gutiérrez y Estanislao Rendón, quienes supieron oponerse a los desmanes del presidente José Tadeo Monagas, cuando éste desconoció el tratado de Macapo Abajo de 1849 [8].
Como en muchos otros momentos peligrosos para la república, en aquella época José Tadeo Monagas quiso modificar fraudulentamente la Constitución (1856) para evitar ser desalojado del poder. No obstante, a pesar de la barbarie que se vivió, nunca faltaron quijotes prestos a sostener las lanzas.
Finalmente, cuando “…el fraude, el engaño y la malicia se mezclan con la verdad y la llaneza” (cfr. Don Quijote I, cap. XI), los herederos de Menécretes, Pedro Vidal y Alonso Quijada –arrastrando a Darisio, Sancho… y hasta a Florisbella y Dulcinea–, se unen frenéticos para derrocar a los pertinaces secuaces de Caín, Sila y Judas.
Es perturbadora la afirmación del insigne tocuyano, respecto de la fuerza del consenso al que se llegó sobre la necesidad de poner fin a la opresión de Monagas: “…en elecciones libres, los partidos de oposición habrían triunfado infaliblemente; y en la guerra, su triunfo iba a ser aún más rápido” [9].

4. La existencia de la república supone la de normas que regulan el ejercicio del poder: la Constitución y el Derecho constitucional, a fin de garantizar la paz social y la unidad de mando frente a las potencias extranjeras. Cuando como hoy, se amenaza la Constitución, se dice que la república también está en peligro, pues el uso arbitrario del poder es capaz de desatar la violencia interna y las apetencias externas [10].
Nunca como ahora, a falta de Estado, es necesario que los venezolanos y venezolanas de bien, la familia, la iglesia, la universidad… lo que B. Weisbrod llama el tercer sector [11], unido, reaccione frente a lo que vivimos, para exigir a nuestros gobernantes el respeto del Derecho, a fin de asegurar la convivencia social y permanencia histórica de Venezuela.

Notas

[1] CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Comentarios de Diego Clemencín. Editorial Alfredo Ortells, S. L. Valencia, 1998.

[2] SPÓSITO CONTRERAS, Emilio, El Quijote jurídico I: Que trata del proceder y estilo de vida del gobernador de una ínsula o reino. En http://vltimaratio.blogspot.com/2017/06/politica-y-literatura.html, consultado el 8 de junio de 2017.

[3] GARCÍA COSTA, Francisco Manuel, El Derecho Constitucional en El Quijote. En “Anales de Derecho”, número 23. Universidad de Murcia. Murcia, 2005, pp.187-202.

[4] SPÓSITO CONTRERAS, Emilio, La insurrección popular: Precisiones conceptuales para leer en medio de la revuelta. En http://vltimaratio.blogspot.com/2017/05/insurreccion-popular.html, consultado el 8 de junio de 2017.

[5] En coincidencia con lo que enseña la Iglesia, cfr. JUAN PABLO II: Constitución apostólica “Fidei depositum(Catecismo de la Iglesia Católica). Ediciones Trípode. Séptima edición venezolana. Caracas, 1998, § 2309.

[6] CICERÓN, Marco Tulio, Sobre la república. Traducción de Álvaro D’Ors. Gredos. Biblioteca Clásica. 2ª reimpresión. Madrid 2002, p. 162.

[7] GIL FORTOUL, José, Historia Constitucional de Venezuela. Tomo 3º, “La oligarquía liberal”. Librería Piñango, 5ª edición. Caracas, 1967.

[8] Ibidem, pp. 17-26.

[9] Idem, p. 79.

[10] Cfr. GARCÍA-PELAYO, Manuel, Derecho constitucional comparado. En Obras completas, tomo I. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1991, pp. 247-249.


[11] Toward a Theory of the Voluntary Non-Profit Sector in a Three Sector Economy. En AA.VV, Altruism, Morality and Economic Theory. Edmund Phelps (ed.). Russel Sage. New York, 1974.

jueves, 1 de junio de 2017

Política y literatura


Emilio Spósito Contreras

EL QUIJOTE JURÍDICO I:
Que trata del proceder y estilo
de vida del gobernador
de una ínsula o
reino

A Ramón Escovar León, dedico.

1. Dicen que los niños y los locos suelen decir la verdad y Don Quijote de la Mancha [1], es el loco por cuya boca, Miguel de Cervantes, quizás el mejor exponente de nuestra lengua y cultura, nos dice grandes verdades:

…los religiosos con toda paz y sosiego piden al cielo el bien de la tierra; pero los soldados y caballeros ponemos en ejecución lo que ellos piden, defendiéndola con el valor de nuestros brazos y filos de nuestras espadas, no debajo de cubierta, sino al cielo abierto, puestos por blancos de insufribles rayos del sol en el verano, y de los erizados hielos del invierno. Así que somos ministros de Dios en la tierra, y brazos por quien se ejecuta en ella su justicia.
Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha I, cap. XIII.

En primer lugar, del texto destaca la distinción entre lo espiritual y lo secular, entre los religiosos y los soldados: los unos dedicados preponderadamente a la contemplación y los otros a la acción; pero, al mismo tiempo, resalta su complementariedad: “A Dios rogando y con el mazo dando” (aunque algunos necios crean que se pueda dar al mazo sin rogar, o viceversa).
Recordemos que muchos monjes tomaron las armas (v. gr. los templarios) y muchos caballeros el hábito (los jesuitas), precisamente en esa búsqueda de equilibrio entre la teoría y la praxis. Los franciscanos suelen decir que se reconocen entre ellos por su forma de andar: con la mirada baja, fija en el camino, y el pensamiento en lo alto del cielo.
Hoy en día cuando se habla de líderes, aunque todo resulta impreciso y confuso, los autores se ponen de acuerdo en resaltar como nota característica, la coherencia entre el decir y el actuar: Ser excelentes y “…propiciar que otros busquen la excelencia”; ver más allá y “…contribuir a que otros tengan tal percepción”; alto compromiso y “…motivar a otros para que hagan lo mismo”; tener tenacidad y “…cultivar ese esfuerzo en los demás” [2].
En segundo lugar, es de subrayar la disposición al sacrificio del perfecto caballero. Se dice que el rojo sangre del traje de los príncipes de la Iglesia, en vez de lujo o pompa, denota su disposición al martirio por la fe; y que el rojo del traje académico de los estudiosos del Derecho, tiene el mismo origen y significado.
Obviamente, se habla de disposición y no de un voto de necesaria pobreza y sacrificio. La hermana pobreza de la que hablaba el santo de Asís, la mortificación, era evidentemente física, pero también espiritual, de corazón.
Y en tercer lugar, sobre lo que significa ser soldado, caballero, abogado, juez o gobernador [3], es precisamente servir de instrumento a la justicia. A este punto nos conducen los dos anteriores, porque el buen caballero debe orientarse de tal manera que las cosas mundanas (buenas o malas), no le distraigan del cumplimiento de su importante tarea de: “…defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos” (Don Quijote I, cap. XI).

2. En la Antigüedad, los influyentes romanos estuvieron muy conscientes de la necesidad de la virtud para sostener la república. En tal sentido, crearon la censura para garantizar el buen comportamiento de sus ciudadanos y que sólo los mejores llegaran a las magistraturas [4]. Asimismo, a pesar de las críticas, los romanos prefirieron la vida rural a la urbana y la vida sencilla que predicaron tanto los filósofos estoicos, como los cristianos. Este atributo de los romanos impregnó su Derecho.
En este sentido, el célebre emperador César Flavio Justiniano, en la presentación de su obra para la enseñanza del Derecho [5], es claro al afirmar que:

La majestad imperial conviene que no sólo esté honrada con las armas sino también fortalecida por las leyes, para que uno y otro tiempo, así el de guerras como el de paz, puedan ser bien gobernados, y el príncipe romano subsista vencedor no solamente en los combates con los enemigos, sino también rechazando por legítimos trámites las iniquidades de los calumniadores, y llegue a ser religiosísimo observador del Derecho, como triunfador de los enemigos vencidos
Instituciones, 1, 1-2.

Por su parte, los germanos no quedaron atrás y durante la Edad Media se impuso el ideal caballeresco, lleno de tantas glorias como fatigas. Al respecto, Tirante el Blanco, citado de las ediciones italianas del s. XVI por Diego Clemencín, comentarista del Quijote, nos advierte que: “…il cavalliere che non osserva tutto quello che dee (sic) osservare, l’anima sua al inferno condanna” (El Quijote I, cap. XIII, nota 23).
La Reforma es un llamado de atención de la cultura de origen germánico, sobre la necesidad de la simpleza y la pureza de las costumbres. Hoy en día son nuevamente los germánicos, los que hacen un llamado a los gobiernos de Europa, sobre la necesidad de la austeridad y la contención en el gasto.
Finalmente en la Modernidad, de la mano de Juan Jacobo Rousseau, Federico Nietzsche o Juan Papini, vamos al rescate de lo bueno del hombre sumido en la sociedad, regresando a la naturaleza, a lo que somos (“conócete a ti mismo”), y a lo que estamos llamados a ser.

3. En los anales de Venezuela, destacan dos ejemplos de caballeros al servicio de la justicia al extremo del sacrificio: Carlos Soublette y Fermín Toro. El primero, el general Soublette, ejerció la Presidencia de la República debido a la renuncia del doctor José María Vargas, de 1837 a 1839, y tras su elección en el cargo, para el período 1843-1847. Por su parte Toro, uno de nuestros más insignes intelectuales del s. XIX, como hombre público destacó sobre todo como legislador.
José Gil Fortoul dejó constancia en su obra [6], del temple de estos dos grandes hombres:
Respecto de Soublette, nos recuerda que finalizado su gobierno, tuvo que vender su casa de habitación para sufragar los gastos en que había incurrido durante su mandato y que su precario sueldo no llegó a cubrir. Y como ello no fue suficiente para pagar sus deudas, y se negó a acogerse a la criticada Ley de “Espera y Quita”, “…vendió su ganado a diez reales [por] cabeza, y se quedó pobre y murió pobre…” [7], pero honrado.
En cuanto a Toro, la anécdota se refiera a su actuación como legislador durante uno de los hechos más ignominiosos de nuestra vida republicana: el criminal asalto al Congreso del 24 de enero de 1848, tristemente tolerado, si no promovido, por el presidente José Tadeo Monagas, quien a partir de ese momento no contó con mayor control y oposición del legislativo a sus tendencias autoritarias.
Disperso el Congreso aquel 24 de enero, al día siguiente Monagas intentó reunir por la fuerza a los congresistas para aparentar la legalidad de su gobierno. En ese trance, Fermín Toro respondió al infame a través de sus esbirros: “Decidle al general Monagas que mi cadáver lo llevarán, pero que Fermín Toro no se prostituye” [8], en una asamblea de esclavos. Después de ello, desgraciadamente Venezuela quedó privada del servicio de uno de sus hijos por diez largos años.

4. La vigencia de la obra de Cervantes y el paralelismo de algunas situaciones históricas con nuestros tristes tiempos, resultan sorprendentes. Pero hoy como ayer, aparecen hombres y mujeres dispuestos a ejecutar, al menos escudo en mano, la clamada justicia de Dios en la tierra, como a semejanza del Quijote, otrora hicieron flamantes caballeros como Soublette y Toro.

Notas

[1] CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Comentarios de Diego Clemencín. Editorial Alfredo Ortells, S. L. Valencia, 1998.
[2] PIÑANGO, Ramón, Líderes y pendejos: dicotomía fatal. Debates Iesa, volumen XV, número 1. Instituto de Estudios Superiores en Administración. Caracas, 2010, pp. 18-22.
[3] SPÓSITO CONTRERAS, Emilio, MMD aniversario de la creación del Tribunado de la Plebe: Notas sobre la virtud como solución al problema de la desigualdad en la antigua Roma. Revista de Derecho, número 29. Tribunal Supremo de Justicia. Caracas, 2009, pp. 365-372.
[4] TORRES MÉNDEZ, Miguel, Don Quijote como modelo de juez o el triunfo de la caballería medieval como actitud justiciera. Revista Peruana de Derecho y Literatura, número 1. Grijley. Lima, 2006, pp. 311-321.
[5] JUSTINIANO, Cuerpo del Derecho Civil Romano. Traducción de Ildefonso L. García del Corral. Editorial Lex Nova. Valladolid 2004, pp. 3-7.
[6] GIL FORTOUL, José, Historia Constitucional de Venezuela. Tomo 2º, “Reconstitución de la república”, “La oligarquía conservadora”. Librería Piñango, 5ª edición. Caracas, 1967.
[7] Ibidem, p. 250.

[8] Idem, p. 168.