jueves, 26 de abril de 2018

La candidatura de Henri Falcón



Natalia Boza Scotto y Emilio Spósito Contreras

LA CANDIDATURA DE HENRI FALCÓN:
Una opción democrática frente a la írrita Constituyente

El poder acrecentado arbitrariamente y sin respeto de límite alguno, ha desnaturalizado el Derecho y, acudiendo a una vacía formalidad jurídica, encuentra en la Sala Constitucional un aliado que bloquea los actos legislativos sancionados por la Asamblea Nacional, en ejercicio de sus funciones constitucionales. Aún más, mediante la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente ajena a la voluntad popular, desconoce el normal funcionamiento del Estado, pretendiendo supeditar las distintas ramas del Poder Público a aquella.
El gobierno, dueño de todos los resortes del poder, se empeña en conservarlo a toda costa, acudiendo al populismo, la demagogia, el amparo de la corrupción, el hambre, e inclusive el terror, el fuego y la sangre; las más de las veces, por tanto, se vale de la ilegalidad.
Precisamente, la írrita Asamblea Nacional Constituyente instaurada en 2017 constituye una clara evidencia de la implosión del Estado venezolano. Contrariando la Constitución y con unas bases comiciales a la medida, a fin de obtener un solo resultado electoral posible, por supuesto predeterminado, este adefesio se erige hoy día como el principal obstáculo de la institucionalidad del país, usurpando las funciones del Poder Legislativo Nacional y amenazando a toda la sociedad con profundizar la revolución, la revolución como sinónimo de caos y destrucción.
¿Qué hacer frente este escenario? Difícilmente, el poder usurpado será devuelto de forma voluntaria a su titular, el pueblo. A partir de esta premisa, en la teoría está justificado el uso legítimo de la violencia; pero en la práctica, los ciudadanos no tienen armas y quizás tampoco estarían dispuestos a usarlas, resultando absolutamente inaceptable que mercenarios las empuñen por ellos.
En el futuro inmediato se plantea la vía de las elecciones presidenciales, que el gobierno, ante la imposibilidad de eludirlas, ha desacreditado con –fundadas– sospechas. Pero ninguna oportunidad debe descartarse. Las elecciones, aun precarias, sirven para manifestar el profundo descontento de los venezolanos y, sobre todo, para presentar propuestas que permitan recuperar su calidad de vida.
Así puede interpretarse de la candidatura de Henri Falcón, quien ha aglutinado a su alrededor los más variados sectores políticos del país, convencidos de que la estrategia debe ser pacífica y que, contra los tiranos y los extremistas, deben oponerse los principios y el Derecho. En tal sentido, puede revisarse el Programa de Gobierno de Henri Falcón (https://henrifalcon.com/descargas/La-Gran-Transformaci%C3%B3n-(2019-2025).pdf).
Un triunfo del candidato Falcón, aunque no desmonta inmediatamente la írrita Asamblea Nacional Constituyente, está más cerca de abatirla que las estrategias abstencionistas o violentas. La clara expresión del pueblo en unas elecciones, la verdadera democracia, anticiparía la disolución de una Constituyente que, más temprano que tarde, tendrá que rendir cuentas de sus actos y enfrentar el escrutinio de la voluntad popular. Por ello, la candidatura de Henri Falcón es una opción democrática frente a la írrita Constituyente.

Historia del mal: ¡Piratas!


Emilio Spósito Contreras

ESBOZO
DE UNA HISTORIA DEL MAL
EN VENEZUELA


F U N D A M E N T O S :
¡Piratas!

Descubierto el Nuevo Mundo, éste se dividió entre las principales potencias del momento: la corona unificada de Castilla y Aragón, y la corona de Portugal. El tratado de Tordesillas recogió esta situación. No obstante, aquellos que fueron excluidos de la repartición, en la medida que aumentaron su capacidad naval, se incorporaron a la exploración, conquista y colonización de América.
Es el caso de Francia, de Holanda y, sobre todo, de Inglaterra, que aunque en un principio se tuvieron que contentar con las sobras de españoles y portugueses, desarrollaron una ofensiva para hacerse con parte de las riquezas provenientes de América. Las justificaciones fueron variadas, pero las dos más importantes fueron: i)  las encarnizadas luchas entre católicos y protestantes; y ii) la actividad corsaria en el marco de las constantes guerras de la época.
Isabel de Inglaterra, reina protestante y vencedora de la guerra en el mar contra España, con la victoria sobre la denominada Armada Invencible de Felipe II, en 1585, patrocinó un grupo de corsarios, “los perros de Isabel”, que con indiscutible audacia continuaron las hostilidades en el Nuevo Mundo, además de reportarle pingues ganancias.
En la segunda mitad del siglo XVI, se verificaron las cada vez más frecuentes incursiones de “piratas” y “herejes” ingleses en las costas venezolanas, entre ellos: John Hawkins en 1564; Andrew Barker en 1576; George Gifford, conde de Cumberland, en 1593; Robert Dudley en 1594; Amias Preston en 1595; y, en 1596, Lawrence Keymis, Anthony Sherley, William Parker y el célebre Walter Relegh.
Quizás uno de los más impactantes ataques piratas a Venezuela, lo dirigió Amias Preston, con una flota conformada por los buques Ascension, Gift, Derling y Angel. En esa oportunidad, según lo relata Robert Davie, miembro de la tripulación, los ingleses tomaron las ciudades de Cumaná, Caracas y Coro, incendiando totalmente las dos últimas (mayo-junio de 1595).
José de Oviedo y Baños, en su Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela (1723), confunde a Preston con Francis Drake y da el nombre de dos españoles referidos por Davie, el primero de apellido Villapando quien, a la manera de Efialtes de Tesalia, mostró el camino a los invasores; el segundo, Alonso Andrea de Ledesma quien, a la manera del Quijote, enfrentó a los ingleses hasta recibir la muerte con pesadumbre de los mismos ingleses que supieron reconocer en el anciano a un verdadero héroe.

Bibliografía

AA.VV., Diccionario de Historia de Venezuela. 4 tomos. Fundación Polar, 2ª edición. Caracas 1997.
COLÓN, Cristóbal, Diario de a bordo. Introducción, apéndice y notas de Vicente Muñoz Puelles. Rei Andes Ltda. Bogotá 1992.
GEORGET, Henry y Eduardo RIVERO, Herejes en el paraíso: Corsarios y navegantes ingleses en las costas de Venezuela durante la segunda mitad del siglo XVI. Traducciones de Jaime Tello. Biblioteca Nacional. Colección V Centenario del encuentro entre dos mundos (1492-1992, 1498-1998), número 7. Caracas 1994.

miércoles, 11 de abril de 2018

Historia del mal: Lo peor que hizo el Tirano


Emilio Spósito Contreras

ESBOZO
DE UNA HISTORIA DEL MAL
EN VENEZUELA


F U N D A M E N T O S :
Lo peor que hizo el Tirano

Lope de Aguirre partió del Perú entre los hombres de Pedro de Ursua para buscar el Dorado. Con éste fin descendieron de las cumbres andinas a las selvas amazónicas, atravesaron el río que denominaron Marañón (ruta Marañón-Amazonas-Negro-Casiquiare-Orinoco), desembocaron por el Atlántico, desembarcaron en Margarita y se adentraron en Venezuela hasta la altura de Barquisimeto. ¡Una verdadera proeza de exploración!
No obstante, el largo camino fue trazado en dos años con los restos de las innumerables victimas del fiero Aguirre, el tirano Aguirre, quien se reveló a Ursua, al rey y a todo aquél o aquello que se le opusiera. A continuación, a manera de monumento fúnebre, la lista de las victimas mencionadas por Fray Pedro Simón en sus Noticias historiales de Venezuela (1627):
A lo largo del Marañón: Pedro de Ursua, Juan de Vargas, García de Arce, Juan López Cerrato, Juan López de Ayala, Juan Alonso de la Bandera, Cristóbal Hernández, Fernando de Guzmán (autoproclamado príncipe de Perú), Pedro Alonso Casto, Villatoro, Lorenzo Salduendo, Ines de Atienza, Montoya, Miguel Bovedo, padre Alonso Henao, Miguel Serrano, Gonzalo Duarte, Baltasar Cortés Cano, Monteverde, Juan de Cabañas, Diego de Trujillo, Juan González, Juan de Guevara, Pedro Gutiérrez, Diego Palomo, Gonzalo Guiral de Fuentes, Diego de Alcaraz.
Llegando a Margarita: Sancho Pizarro, Enríquez de Orellana, Juan de Villatoro, Luis Sánchez, Joanes de Iturriaga, Manuel Rodríguez, Cosme de León, Pedro de Cáceres, Juan Rodríguez, Juan de Villandrando, Martín Pérez, Juan de San Juan, Paredes, Martín Díaz de Armendáriz, Domínguez, Loayza, Ana de Rojas, Diego Gómez, Simón de Sumorostro, María de Chávez, Alonso Rodríguez, Antonio Frías, Pedro Núñes, Juan Pérez.
Desembarcando en Borburata: Francisco Martín, Antón García, Gonzalo, Diego de Alarcón, Benito Díaz, Francisco de Lora, Cigarra… La lista se hace interminable y empieza a dar vértigo. Pero lo más abominable que hizo el Tirano, cuando ya estaba vencido por las fuerzas del rey, fue dar muerte a su hija, Elvira, para que no la llamaran hija de un traidor.
El filicidio del Tirano, independientemente de los duros calificativos que pudiéramos emitir: injusto, cruel, cobarde, desnaturalizado, et cetera; denota su terrible frustración ante la gigantesca pérdida de su empresa. La frustración como clave para entender el perfil psicológico del venezolano, fue magistralmente expuesta por Antonio Cova en su ensayo Los tres grandes chascos (1997) del proceso histórico, sociológico y antropológico de la formación del carácter del venezolano, en los cuales la búsqueda del Dorado fue el primero de todos nuestros errores.

Bibliografía

AA.VV., Diccionario de Historia de Venezuela. 4 tomos. Fundación Polar, 2ª edición. Caracas 1997.
COVA, Antonio, Los tres grandes chascos. En AA.VV., Balance psicosocial del venezolano del siglo XX: Ensayos. Fundación Francisco Herrera Luque – Grijalbo. Caracas 1997, pp. 51-60.
PEDRO SIMÓN (fray), Noticias historiales de Venezuela. 2 tomos. Prólogo de Guillermo Morón. Biblioteca Ayacucho, números 173 y 174. Caracas 1992.

Historia del mal: La ceiba maldita


Emilio Spósito Contreras

ESBOZO
DE UNA HISTORIA DEL MAL
EN VENEZUELA

F u n d a m e n t o s

El hombre que vive constantemente en el miedo es cada día condenado.
Publilio Siro, Sentencias, C, 13.

Desde el principio, quedan fijadas en nuestra historia la incomprensión y rechazo de lo exótico: indígena y natural; el abuso de los más débiles: niños y mujeres; así como el miedo a que extranjeros, los que viene de afuera, que nos invadan: primero los caribes, después los castellanos, finalmente los ingleses, los holandeses, los franceses…
Pecaríamos de simplistas si pensáramos que los referidos miedos agotan la lista, pero es seguro que a partir de ellos podamos elaborar un discurso bastante aceptable sobre el mal en nuestra tierra.
Los miedos representados en cada relato, oprimieron al hombre colonial, y de alguna manera los encontraremos como leitmotiv en los períodos posteriores. Las causas de nuestros males parecieran tener un esquema uniforme: el Diablo actúa con método. Descubrirlo es el primer paso para enfrentarlo.

La ceiba maldita

En los primeros años de la llegada de los europeos al Nuevo Mundo, en 1528, Carlos emperador del Sacro Romano Imperio, otorgó una capitulación a los banqueros germánicos denominados Welser o Belzares, para la exploración, conquista y colonización de la tierra ubicada entre el Cabo de la Vela y Maracapana.
Los representantes en Venezuela de los famosos financistas del emperador, fueron sucesivamente: Ambrosio Alfínger, Juan Alemán (Hans Seissenhofer), Jorge de Spira, Nicolás de Federmann y Felipe de Utre o Hutten; quienes se dedicaron sin éxito a la exploración de la geografía en pos del Dorado, con la intención de emular la buena fortuna de Hernán Cortés en México o Francisco Pizarro en Perú.
El fracaso de este modelo de conquista y una riqueza fácil, acrecentó las diferencias entre los hermanos alemanes y españoles. Entre estos últimos, Juan de Carvajal, mediante engaños de todo tipo, se hizo con el poder en Coro, alevosamente apresó a Hutten y sus principales compañeros y les le dio muerte por decapitación.
Cuentan los cronistas que a la sombra de una ceiba –sagrada para los indígenas–, el verdugo cumplió su faena usando apropósito un arma mellada, que provocó una larga y dolorosa agonía de los últimos Belzares en Venezuela. Francisco Herrera Luque, en La Luna de Fausto (2002), novela este triste hecho de nuestra historia.
Otros relatos podrían citarse como ejemplos de mal: el exterminio de nuestros ancestros indígenas, la cruel ejecución de Tamanaco, el final del rey negro Miguel; pero lo que hace especialmente relevante la muerte de Hutten, es que Carvajal, su asesino, fue el fundador del Tocuyo, génesis del modelo de país que tuvimos hasta el advenimiento de la industria petrolera. Carvajal cual Caín o Rómulo, fundó el país a partir de un “fratricidio”. A diferencia de Remo, la muerte de Hutten no significó el cumplimiento extremo de la ley, sino todo lo contrario, la destrucción del mundo indígena y la instauración de la colonia.
Correspondió al licenciado Juan Pérez de Tolosa prender, juzgar y finalmente ahorcar a Carvajal. Cuenta José de Oviedo y Baños, en su Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela (1723), que la frondosa y sensitiva ceiba tocuyana que presenció la muerte de Hutten y de la que colgaron al fundador Carvajal, maldita, se secó al poco tiempo del ajusticiamiento.

Bibliografía

AA.VV., Diccionario de Historia de Venezuela. 4 tomos. Fundación Polar, 2ª edición. Caracas 1997.
HERRERA LUQUE, Francisco, La luna de Fausto. Alfaguara. Caracas 2002.
OVIEDO Y BAÑOS, José de, Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela. Prólogo de Tomás Eloy Martínez y Susana Rotker. Biblioteca Ayacucho, número 175. Caracas 1992.
PUBLILIO SIRO, Sentencias. Introducción, edición y traducción de Víctor J. Herrero Llorente. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 1963.

Historia del mal: Plan de la obra



Emilio Spósito Contreras

ESBOZO
DE UNA HISTORIA DEL MAL
EN VENEZUELA

P l a n   d e   l a   o b r a


I. Explicación

II. Desarrollo
4. Pasiones
A. Conscupicencia
B. Un país de peones
C. La gripe española
1. Fundamentos
A. La ceiba maldita
B. Lo peor que hizo el Tirano
C. ¡Piratas!
5. Nuevas malas ideas
A. La Rotunda
B. El militarismo
C. La guerra de guerrillas
2. Grandeza
A. El terremoto de 1812
B. La guerra a muerte
C. Barbarie
6. Apoteosis
A. El deslave de 1999
B. La guerra a la economía
C. El Estado fallido
3. Malas ideas
A. La huida a Oriente
B. El linchamiento del Congreso
C. La persecución de los cristianos

III. A modo de conclusión

Bibliografía general



Explicación

Se dice que Saturno, dios del tiempo, es corto de vista y por ello Vesta pudo darle de comer un muñeco en vez de Júpiter, que de este modo se salvó de ser devorado por su receloso padre. Esta miopía del tiempo, a veces hace que no veamos u olvidemos vicisitudes importantes que podrían servirnos de valiosas enseñanzas para el futuro.
También pasa que cuando los hechos son desagradables preferimos obviarlos, cuando son precisamente éstos los que mejores soluciones nos enseñan. Por eso en los pórticos de las catedrales medievales abundan imágenes que nos recuerdan las historias más horribles, con la esperanza de infundir miedo y cuidado al más simple espectador.
Nuestra “Tierra de Gracia”, como llamó Cristóbal Colón a Venezuela, ha servido de escenario propicio a hechos perfectamente a tono con el maravilloso paisaje; pero también en ella, se han visto crímenes, quizás los más horribles de la tierra, si los contrastamos con el afable contexto en el cual se desarrollaron.
Nuestro propósito con este recuento de maldades, salvando las distancias, busca el mismo efecto de las terroríficas imágenes que atemorizaban a los fieles en la edad media y buscaban disuadirlos de cometer el mal: moralizante. Asimismo, aunque la empresa luzca fatalista, o peor aún, conformista, es precisamente todo lo contrario, pues sólo tomando conciencia de nuestros males, podemos reunir fuerzas para combatirlos y finalmente derrotarlos.
A veces juzgamos las faltas por la condición especial de las víctimas, en ocasiones por la tipología de los criminales y, en contados episodios, por el hecho en sí mismo. En las líneas siguientes abordaremos en seis partes, dieciocho de las mayores execraciones de nuestra historia, sus autores y algunas de sus victimas directas.
Habrá quien cuestione la inclusión de algunos temas y, sobre todo, la omisión de otros. A futuro no se descarta incluir casos, aunque con el riesgo de extender infinitamente la obra. Evidentemente nada es perfecto, y menos una historia del mal.