miércoles, 11 de abril de 2018

Historia del mal: Plan de la obra



Emilio Spósito Contreras

ESBOZO
DE UNA HISTORIA DEL MAL
EN VENEZUELA

P l a n   d e   l a   o b r a


I. Explicación

II. Desarrollo
4. Pasiones
A. Conscupicencia
B. Un país de peones
C. La gripe española
1. Fundamentos
A. La ceiba maldita
B. Lo peor que hizo el Tirano
C. ¡Piratas!
5. Nuevas malas ideas
A. La Rotunda
B. El militarismo
C. La guerra de guerrillas
2. Grandeza
A. El terremoto de 1812
B. La guerra a muerte
C. Barbarie
6. Apoteosis
A. El deslave de 1999
B. La guerra a la economía
C. El Estado fallido
3. Malas ideas
A. La huida a Oriente
B. El linchamiento del Congreso
C. La persecución de los cristianos

III. A modo de conclusión

Bibliografía general



Explicación

Se dice que Saturno, dios del tiempo, es corto de vista y por ello Vesta pudo darle de comer un muñeco en vez de Júpiter, que de este modo se salvó de ser devorado por su receloso padre. Esta miopía del tiempo, a veces hace que no veamos u olvidemos vicisitudes importantes que podrían servirnos de valiosas enseñanzas para el futuro.
También pasa que cuando los hechos son desagradables preferimos obviarlos, cuando son precisamente éstos los que mejores soluciones nos enseñan. Por eso en los pórticos de las catedrales medievales abundan imágenes que nos recuerdan las historias más horribles, con la esperanza de infundir miedo y cuidado al más simple espectador.
Nuestra “Tierra de Gracia”, como llamó Cristóbal Colón a Venezuela, ha servido de escenario propicio a hechos perfectamente a tono con el maravilloso paisaje; pero también en ella, se han visto crímenes, quizás los más horribles de la tierra, si los contrastamos con el afable contexto en el cual se desarrollaron.
Nuestro propósito con este recuento de maldades, salvando las distancias, busca el mismo efecto de las terroríficas imágenes que atemorizaban a los fieles en la edad media y buscaban disuadirlos de cometer el mal: moralizante. Asimismo, aunque la empresa luzca fatalista, o peor aún, conformista, es precisamente todo lo contrario, pues sólo tomando conciencia de nuestros males, podemos reunir fuerzas para combatirlos y finalmente derrotarlos.
A veces juzgamos las faltas por la condición especial de las víctimas, en ocasiones por la tipología de los criminales y, en contados episodios, por el hecho en sí mismo. En las líneas siguientes abordaremos en seis partes, dieciocho de las mayores execraciones de nuestra historia, sus autores y algunas de sus victimas directas.
Habrá quien cuestione la inclusión de algunos temas y, sobre todo, la omisión de otros. A futuro no se descarta incluir casos, aunque con el riesgo de extender infinitamente la obra. Evidentemente nada es perfecto, y menos una historia del mal.

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