Emilio Spósito Contreras
ESBOZO
DE UNA HISTORIA DEL MAL
EN VENEZUELA
P l a n d e
l a o b r a
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I. Explicación
II. Desarrollo
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4. Pasiones
A. Conscupicencia
B. Un país de peones
C. La gripe española
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1. Fundamentos
A. La ceiba maldita
B. Lo peor que hizo el Tirano
C. ¡Piratas!
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5. Nuevas malas ideas
A.
B. El militarismo
C. La guerra de guerrillas
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2. Grandeza
A. El terremoto de 1812
B. La guerra a muerte
C. Barbarie
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6. Apoteosis
A. El deslave de 1999
B. La guerra a la economía
C. El Estado fallido
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3. Malas ideas
A. La huida a Oriente
B. El linchamiento del Congreso
C. La persecución de los cristianos
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III. A modo de conclusión
Bibliografía general
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Explicación
Se
dice que Saturno, dios del tiempo, es corto de vista y por ello Vesta pudo
darle de comer un muñeco en vez de Júpiter, que de este modo se salvó de ser
devorado por su receloso padre. Esta miopía del tiempo, a veces hace que no
veamos u olvidemos vicisitudes importantes que podrían servirnos de valiosas enseñanzas
para el futuro.
También
pasa que cuando los hechos son desagradables preferimos obviarlos, cuando son
precisamente éstos los que mejores soluciones nos enseñan. Por eso en los pórticos
de las catedrales medievales abundan imágenes que nos recuerdan las historias
más horribles, con la esperanza de infundir miedo y cuidado al más simple
espectador.
Nuestra
“Tierra de Gracia”, como llamó
Cristóbal Colón a Venezuela, ha servido de escenario propicio a hechos
perfectamente a tono con el maravilloso paisaje; pero también en ella, se han
visto crímenes, quizás los más horribles de la tierra, si los contrastamos con
el afable contexto en el cual se desarrollaron.
Nuestro
propósito con este recuento de maldades, salvando las distancias, busca el
mismo efecto de las terroríficas imágenes que atemorizaban a los fieles en la
edad media y buscaban disuadirlos de cometer el mal: moralizante. Asimismo,
aunque la empresa luzca fatalista, o peor aún, conformista, es precisamente
todo lo contrario, pues sólo tomando conciencia de nuestros males, podemos reunir
fuerzas para combatirlos y finalmente derrotarlos.
A
veces juzgamos las faltas por la condición especial de las víctimas, en
ocasiones por la tipología de los criminales y, en contados episodios, por el
hecho en sí mismo. En las líneas siguientes abordaremos en seis partes, dieciocho
de las mayores execraciones de nuestra historia, sus autores y algunas de sus
victimas directas.
Habrá
quien cuestione la inclusión de algunos temas y, sobre todo, la omisión de
otros. A futuro no se descarta incluir casos, aunque con el riesgo de extender
infinitamente la obra. Evidentemente nada es perfecto, y menos una historia del
mal.
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