jueves, 17 de septiembre de 2015

Afanes de la patria criolla


Teodoro Hampe Martínez*

LA CARTA DE JAMAICA Y LOS AFANES DE LA PATRIA CRIOLLA

(Versión revisada del artículo publicado en el diario oficial El Peruano,
Lima, 12 de setiembre 2015, p. 13)

El pasado 6 de setiembre ha llegado a su bicentenario la Carta de Jamaica, legado fundamental del pensamiento bolivariano por su indiscutible valor como texto de reflexión y análisis, donde se expone la más cabal teoría sobre la independencia de Hispanoamérica y su ulterior desarrollo socio-político. La Carta destaca los altos niveles de visión política alcanzados por Bolívar, como resultado de su esfuerzo por situar la lucha independentista de Venezuela dentro de una perspectiva americana y mundial. Ella resulta en la actualidad un texto imprescindible, ante la imperiosa convocatoria a la integración latinoamericana y caribeña.
¿Qué es la Carta de Jamaica? Un documento escrito por Simón Bolívar a los 32 años de edad, respondiendo supuestamente a un caballero de la isla de Jamaica, sobre el estado en que se encontraban las colonias españolas del Nuevo Mundo. El profesor Juan Antonio Calzadilla explica que en Jamaica el Libertador pudo «depurar su visión geopolítica, su memoria histórica, incluso su gran proyecto de unión de la América española». La misiva, dirigida al enigmático Mr. Henry Cullen, se convirtió en pretexto para escribir una de las piezas nucleares del discurso histórico americano.
Las intrigas de veteranos militares y políticos en la Nueva Granada habían forzado a Bolívar a marchar al exilio en la isla de Jamaica. En esta coyuntura, los recientes sucesos de Europa crearon una situación geopolítica que agravaba el contexto americano; Napoleón Bonaparte era derrotado en Waterloo, mientras que el rey Fernando VII había recuperado el trono en España y quería acabar con la insurgencia en las colonias. Las condiciones generales del proceso emancipador eran muy difíciles y las personales del Libertador, casi de penuria.
Bolívar se instaló en un puesto del Imperio británico animado por la idea de convencer a este de su cooperación con el proyecto de la independencia hispanoamericana. En Kingston vivirá desde mayo hasta diciembre de 1815, «exiliado y sin tropas», tiempo que dedicó a la meditación acerca del porvenir de nuestro continente ante la situación política global. En tierras jamaiquinas escribe diferentes cartas y expone a importantes personalidades la gesta de los patriotas criollos y su derecho a la independencia.
Ante un panorama evidentemente sombrío, el Libertador construye este famoso documento que aún hoy día impacta por su profundidad y clarividencia. En la Carta de Jamaica, el joven Bolívar hace un análisis psicológico y sociológico de los americanos del Sur. Y señala que en este hemisferio habitan unos 16 millones de personas, que luchan por defender sus atribuciones como ciudadanos.
A lo largo de la misiva, de 17 hojas de extensión, el autor sostiene sin ambages su postura sobre la unión de las tierras de América, aquellas que al liberarse del coloniaje estarían llamadas a unirse «en una sola nación». Haciendo frente a la desdicha, apuesta por el buen suceso de las revoluciones hispanoamericanas, pues se han desatado ya los vínculos que unían a las colonias con la «madre patria» y se ha logrado gozar de libertad con las juntas municipales de los años precedentes. En su opinión, Europa debería haber preparado y coadyuvado al proyecto de la independencia americana, por ser este un medio legítimo y seguro para adquirir puestos de comercio ultramarinos.
El documento contiene un parecer especial y algo negativo acerca del Perú, territorio que se presenta complicado por encerrar tanto oro como esclavos, dos elementos corruptores de todo régimen justo y liberal. Además, observa que la aristocracia limeña ha hecho la guerra a los insurrectos de Quito, Chile y Buenos Aires, lo cual demostraría la poca voluntad hacia la emancipación que había en este virreinato. Una evaluación poco grata a la cual se ha opuesto, por cierto, la historiografía contemporánea.
El historiador venezolano Elías Pino Iturrieta ha criticado las modernas lecturas que se han hecho de la Carta de Jamaica, donde se llega a conclusiones que contradicen el propio manuscrito del Libertador, sin tener en cuenta que fue redactado con un eminente afán propagandístico. Dicho académico recomienda no ver el texto como si fuera palabra bíblica y evitar las apreciaciones hiperbólicas de Bolívar. Cuando el Libertador escribió ese notable manifiesto estaba pasando una mala racha y se fue a la capital de Jamaica a decir algunas cosas «maravillosas», adecuadas a su propósito político.
En fin, Bolívar afirma que los criollos como él «no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles», o sea americanos por nacimiento y con los mismos derechos que los peninsulares. El prócer caraqueño usó como credencial ser portavoz de esa suerte de clase media, ese nuevo género humano, a fin de defender el proyecto emancipador y ofrecer oportunidades a Inglaterra, la nación liberal más poderosa del siglo XIX. Para hacerse fuertes, decía el Libertador con toda certeza, los colonos hispanoamericanos requerían los auspicios de una gran potencia que ofreciera su protección.

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* Licenciado en Historia y en Educación por la Pontificia Universidad Católica del Perú; Doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor ordinario de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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