Msc. Félix Roque Rivero*
A punta de apuntes
El 6 de septiembre de 1815, el Libertador
Simón Bolívar escribió en la isla de Jamaica una carta dirigida a un americano meridional.
Era la contestación que Bolívar da a la misiva que le enviara el 29 de agosto
de 1815 Henry Cullen y en la cual el
Libertador analiza el presente de la América Hispana , partiendo del pasado y a la vez
plantea las grandes líneas estratégicas, previsibles para la construcción de
los pueblos, lograda como fuera la independencia del imperio español. Esa carta
cumple doscientos años de su redacción y aún hoy mantiene en buena medida plena
vigencia, lo que indica la permanencia en el tiempo del pensamiento
bolivariano.
¿Quién es el Bolívar que escribe
la Carta ?
Cuando Bolívar redacta la Carta de Jamaica, tenía
apenas 32 años de edad y ya su genio relampagueaba por encima de las edades.
Venía de padecer las grandes derrotas y miserias del año 1814, de sufrir la
amargura de verse desconocido por Ribas y Piar en Carúpano. El 23 de enero de
1815 es designado Capitán General de la Confederación de la Nueva Granada , por
ello se despide de los bogotanos para marchar hacia Cartagena y proseguir a
libertar a Venezuela. En la población de Turbaco, el 23 de marzo de 1815
sostiene una larga y agria discusión con el Gobernador del estado de Cartagena
quien le niega las armas y demás pertrechos necesarios para continuar la
campaña libertadora. En carta dirigida al Comisionado del Gobierno General J.
Marimón y Enríquez, con firmeza escribe Bolívar: “Supuesto que no me quieren
dar los auxilios de armas prevenidos por el gobierno general, para atacar y
destruir los enemigos de la patria, lo que será sin duda en odio a mi persona y
en hostilidad a los libertadores de Venezuela, Ud., me admitirá la renuncia que
le hago del mando, puesto en mí por el gobierno patrio, y dispondrá que se me
prepare un buque en Sabanilla, en que poder trasladarme a una colonia
extranjera; pues no quiero que el ejército de la Unión se pierda inútilmente
estando a mi cargo”. Sin esperanzas de obtener elementos para continuar la
guerra por parte del gobierno de Cartagena, Bolívar renuncia a su proyecto
liberador; comienzan a ejercerse contra él todo tipo de intrigas; su
correspondencia es interceptada. En carta premonitoria dictada desde el Cuartel
de la Popa el 8
de mayo de 1815 dirigida al Presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada , Bolívar
ratifica su amor por la paz pública y por la patria y se limita a “…pedir
solamente la amistad de esta provincia para ir a encontrar la muerte inevitable
en Santa Marta”.
Bolívar arriba a Jamaica el 14 de mayo de 1815
y de inmediato inicia sus contactos políticos con personalidades de la Isla. El 19 de ese mismo mes
escribe una carta al señor Maxwell Hyslop con una ligera relación de los últimos
sucesos ocurridos en la
Nueva Granada. Por una desgracia frecuente en las revoluciones
–sostiene– en Cartagena existían dos partidos: uno moderado e indiferente, el
otro exaltado contra los españoles realistas. Los moderados triunfaron y
derrotaron a los que se consideraban patriotas. Ante el caos ocasionado por la
guerra civil, sostiene Bolívar que el General Morillo, de actuar con acierto y
celeridad podía restaurar el gobierno español en la América del Sur, toda vez que
“los pueblos, acostumbrados al antiguo dominio, obedecen sin repugnancia a
estos tiranos inhumanos…y la masa general ignora todavía sus derechos y
desconoce sus intereses”. El 29 de mayo de 1815, Bolívar le escribe al Duque de
Manchester, Capitán General y Gobernador de Jamaica informándole de los sucesos
acaecidos en la Nueva
Granada y su decisión de venir a la Isla con el objeto “de pasar
a Inglaterra a emplear mis esfuerzos en procurar a la América un apoyo, que la
ponga en actitud de pagar su gratitud con ventajas a sus bienhechores”.
El 10 de julio de 1815, Bolívar escribe una extensa
carta al Presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en a
cual expresa su balance de las causas que originaron el fracaso de las acciones
militares que debieron conducir a la libertad de Cartagena y de Venezuela, pese
a los esfuerzos de hombres bravos como el general Rafael Urdaneta y a que los pueblos
acogieron a los soldados venezolanos con “admiración y ternura”.
La guerra civil que existía en Cartagena había
envuelto a todos los habitantes de la provincia, el general Castillo se había
vuelto contra Bolívar gracias a una antigua rivalidad, reputándose como su
enemigo más cruel, negándole todo apoyo. En este balance, Bolívar da cuenta
detallada de todos los pormenores que debió padecer: la perdida de soldados por
la malaria, la desnutrición de sus hombres por la falta de alimentos, las
envidias y los rencores de Castillo, las burlas de que era objeto por parte de
éste y sus allegados, las traiciones e intentos de asesinarlo. El 16 de julio
de 1815, Bolívar escribe a Luis Brión solicitándole ayuda para que socorra al
coronel Miguel Caraballo, militar valeroso y de su más íntima confianza y le
confiesa a Brión estar “viviendo en la incertidumbre y en la miseria”,
excusándose de viajar a Haití para no descuidar las tareas que desplegaba en
Jamaica procurando recursos para la causa. El 18 de agostos de 1815 el
Libertador dirige una carta al editor “The Royal Gazette” en la cual comenta
los horribles y abominables crímenes cometidos por los españoles para destruir
a los habitantes de América después de la conquista. Así, trae a la memoria “la
abominable destrucción de los incas y de casi toda la población del Perú y los
sufrimientos experimentados por Tupac-Amaru y toda su real familia… El jefe
realista Antoñanzas hizo prisioneros a 300 americanos en San Juan de los Morros
y los ahorcó a todos. El comandante español Zuasola decapitó la mayor parte de
la población de Aragua y Rosete, para no quedarse atrás, asesinó a cientos en
la población de Ocumare al pie del altar de nuestro Salvador”. Como puede
apreciarse, Bolívar no daba descanso a su pluma para difundir las atrocidades
que los españoles cometían contra su pueblo. Era un corresponsal de guerra, un
gran comunicador, que aún sin ejército a su mando, seguía combatiendo a sus
enemigos sin darles tregua. Aprovechaba el tiempo para estudiar a profundidad
los acontecimientos de la
América y de Europa, alimentando su espíritu con el estudio y
la reflexión profunda, venciendo cuánta dificultad se le presentara.
Si la justicia decide las
contiendas de los hombres…
Estimado Cullen –expresa Bolívar en su Carta–
el hábito a la obediencia, un comercio de intereses, de luces, de religión, una
tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres, en fin, todo lo
que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio
de adhesión que parecía eterno. “Al presente sucede lo contrario: la muerte, el
deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos, todo lo sufrimos de esa
desnaturalizada madrasta. El velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos
quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas, ya hemos sido libres y
nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate con
despecho y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria”. Así
comienza Bolívar su carta de Jamaica. Es el hombre inquieto, afiebrado por las
calenturas de las derrotas, de las traiciones que pese a todo, conserva intacto
el espíritu rebelde y el entusiasmo que ni el mismo Lucifer había logrado
opacar y que jamás llegó a desconfiar de la fortuna que años más tarde lo
cubriría de gloria eterna y que lo convertiría en el más brillante General de
toda La América
de habla castellana.
El Bolívar que escribe la carta, es el joven estudioso
de la historia de América que habla de los acontecimientos ocurridos en el
belicoso estado de las provincias del Río de la Plata que ha conducido sus armas
vencedoras al Alto Perú libertando a cerca de un millón de personas.
Comenta los acontecimientos que ocurren en el
Reino de Chile donde los valerosos araucanos luchan tenazmente por su
independencia. Destaca de cómo la sumisión de los habitantes del Virreinato del
Perú es al que más sacrificios le han arrancado para la causa del Rey de
España. La Nueva Granada
–dice– es el corazón de la
América y adicto a la causa de su patria, capaz de derrotar a
las fuerzas del General Morillo delante de la inexpugnable plaza de Cartagena.
En cuanto a su patria Venezuela, a la que llama heroica y desdichada, las
desgracias la han reducido a la indigencia y a una soledad espantosa, sus
tiranos gobiernan un desierto, los más de los hombres han perecido por no ser
esclavos y los que viven combaten con furor, su población ha sido sacrificada
por la tierra (terremoto), la espada, el hambre, la peste y las
peregrinaciones. En la
Nueva España (territorio mexicano y guatemalteco), allí la
lucha se mantiene a base de sacrificios de todas las especies. Pero a pesar de
todo, los mexicanos serán libres, vaticina Bolívar, porque han abrazado el
partido de la patria. Las islas de Puerto Rico y Cuba son las que con mayor
tranquilidad poseen los españoles porque están fuera del contacto de los
independentistas.
Evidenciando su visión de estratega
geopolítica, Bolívar expresa que ante este cuadro, la Europa haría un bien en
disuadir a España de su obstinada temeridad. Es más –expresa– la propia Europa
debería haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana,
no solo porque el equilibrio del mundo así lo exige, sino porque este sería el
medio legítimo de adquirir establecimientos marítimos de comercio. Los
americanos en el sistema español –refiere Bolívar– no ocupan otro lugar en la
sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simple
consumidores a quienes les está prohibido cultivar frutos europeos. Tan
negativo es nuestro estado que no encuentro semejanza alguna en otras naciones
civilizadas, señala Bolívar. Por eso se pregunta: ¿No es la unión todo lo que
se necesita para ponerlos en estado de expulsar a los españoles, sus tropas y
los partidarios de la corrompida España para hacerlos capaces de establecer un
imperio poderoso, con un gobierno libre y leyes benévolas? Seguramente la unión
es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Lo que
puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno
libre es la unión, más ella no nos vendrá por prodigios divinos, sino por
efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos, escribe Bolívar con claridad
profunda de un político experimentado. Finaliza señalando que “…cuando los
sucesos no están asegurados, cuando el estado es débil, cuando las empresas son
remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones las
agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio”.
El legado de Bolívar
A los doscientos años de la Carta de Jamaica, el
pensamiento bolivariano continúa marcando los destinos de nuestros pueblos. El clamor
de Bolívar por un mundo libre que fundiera no solamente las cadenas que nos
ataban al imperio español, sino que estableciera las bases para la organización
de un nuevo orden mundial tal, multipolar y no periférico como está planteado
hoy día. La visión profética del Padre de la Patria señalaba los caminos de una verdadera
revolución que rompiera con los lazos de la dependencia, de la injerencia por
parte de las grandes potencias en los asuntos internos de los pueblos y que
procure la solución pacífica de los conflictos. Un mensaje dirigido a preservar
nuestros territorios y cuidar nuestras fronteras, viviendo en paz y armonía con
nuestros vecinos. Los pueblos de América Latina tienen en él, un centro
ideológico de profundo contenido nacionalista, patriota y revolucionario, con
sentido crítico y autocrítico que invita a pensar por nosotros mismos, sin
subestimar a nadie ni olvidar la estirpe libertaria que representamos. La Carta de Jamaica, al decir
de Don Augusto Mijares tiene múltiples derivaciones sociológicas e históricas.
En ella Bolívar no se plantea únicamente la guerra entre españoles y patriotas,
no, su enfoque responde a una visión mundial entre progresistas y conservadores
señala Mijares. Ese planteamiento es el mismo de hoy, con sus características y
realidades. Es la pugna de poder de los grandes centros de poder
financiero-militar por someter a los pueblos que quieren ser libres y vivir en
paz. Es ese imperio que se mueve de manera subterránea derrumbando gobiernos
legítimos e imponiendo presidentes títeres que de manera sumisa responden a sus
intereses. En la Carta
de Jamaica volvemos a ver al Bolívar resucitado que ha regresado vuelto
millones para indicarnos los senderos de la verdadera liberación, de la
integración latinoamericana y caribeña clamando por la mayor suma de
estabilidad política y por la mayor suma de felicidad social para los pueblos.
Por todo ello y más, ¡Bolívar vive y vive!
*canaimaprofundo@hotmail.com.
El autor es Magíster Scientiarum en Relaciones Internacionales
por la
Universidad Militar Bolivariana de Venezuela.
La Carta de Jamaica, junto a los proyectos constitucionales del Libertador, es un documento indispensable para comprender la “doctrina del Libertador Simón Bolívar” de la que habla el artículo 1 de Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y que, en virtud de tal disposición, sustenta el ordenamiento jurídico venezolano.
ResponderBorrarEn la oportunidad de adjetivar la familia de Túpac Amaru, preferiría hablar de "imperial" y no de "real", bajo la premisa de que el incario fue más un imperio (orden universal: literalmente Tahuantinsuyo) que un reino (gobierno en el cual sólo uno es soberano), en el sentido romano y aún moderno.