Natalia Boza Scotto*
EL POSICIONAMIENTO INTERNACIONAL
DEL YUAN
Y SU IMPACTO EN VENEZUELA
S U M A
R I O
1.China como nueva potencia mundial.
2.El yuan y su órgano emisor: El Banco del Pueblo de
China (The People’s Bank of China).
3.El posicionamiento del yuan a nivel internacional.
4.El caso Venezuela.
4.1.Acuerdo sobre Cooperación para Financiamiento a
Largo Plazo (2010)
4.2.La moneda de reserva en la reforma de la Ley del
Banco Central de Venezuela (2014).
5. Conclusiones
1. China como nueva potencia mundial.
En
el escenario global, es irrefutable el predominio de los Estados Unidos de
Norteamérica como una de las potencias económicas, que además, a partir de los
acuerdos de Bretton Woods celebrados a mediados de 1944, logró imponer su
moneda nacional como la de uso universal, de libre circulación en virtud del
reconocimiento de su poder liberatorio a nivel internacional.
Actualmente,
distintas monedas comparten la condición de libre convertibilidad, pero, entre
aquéllas que carecen de tal valor, destaca una en particular, el Renminbi, por
el acelerado crecimiento que experimenta la República Popular China [1], que forma parte del
denominado grupo de los BRICS y se vislumbra como nueva potencia económica
mundial.
2. El yuan y su órgano emisor: El Banco del Pueblo de
China (The People’s Bank of China).
La moneda
de curso legal en la República Popular China es el Renminbi (RMB), cuya unidad
es el yuan y sus fracciones, el jiao y el fen (artículos 15 y 16 de la Ley que
rige las funciones del banco central chino [2]). Por ende, nadie puede negarse a aceptar el
Renminbi como medio de pago de las obligaciones, dentro del territorio de la
República Popular de China (artículo 15 eiusdem);
no obstante, se trata de una moneda doméstica, cuyo poder liberatorio únicamente
opera dentro de las fronteras del mencionado país, pudiendo extenderse a zonas
fronterizas en razón de acuerdos bilaterales.
Al
respecto, es preciso acotar que en China existen dos regiones administrativas
especiales, Macao y Hong Kong, que cuentan con sendas monedas de curso legal,
la pataca y el dólar de Hong Kong, respectivamente, emitidas por sus
Autoridades Monetarias propias.
Por
su parte, el órgano emisor del yuan es el Banco del Pueblo de China, creado
desde el 1° de diciembre de 1948, pero con la exclusiva función de una banca
central desde el mes de septiembre de 1983, por decisión del Consejo de Estado,
tal como quedó ratificado en la vigente Ley de la República Popular de China
que lo regula, del 18 de marzo de 1995, dictada en la Tercera Sesión del Octavo
Congreso Nacional del Pueblo [3].
Entre las funciones del
Banco del Pueblo de China, como sucede con la generalidad de los bancos
centrales, figura la formulación e implementación de la política monetaria
–cuyo objetivo es mantener la estabilidad del valor de la moneda y, con ello,
promover el desarrollo económico (artículo 3 de la Ley que lo regula)–, así
como la emisión del Renminbi y el control de su circulación, el mantenimiento
de su tasa de cambio, y la gestión de las reservas de divisas y de oro del
Estado (artículo 4).
El
Banco, en su estructura organizacional, cuenta con un Director (Governor) y “cierto número” de Directores Adjuntos (Deputy Governors) (artículo 9), y desde el mes de diciembre de
2002, es dirigido por Zhou Xiaochuan, egresado del Instituto de Ingeniería
Química de Beijing y Doctor en Ingeniería de Sistemas [4].
Precisamente
bajo la dirección de Zhou Xiaochuan, el Banco del Pueblo de China modificó la
paridad cambiaria del Renminbi, que estuvo controlado a unos 8,28 yuanes por
dólar [5],
desde el 1° de enero de 1994 hasta el 21 de julio de 2005, cuando el cambio
pasó a 8,11, como respuesta a la presión ejercida por los Estados Unidos de
Norteamérica en virtud del desequilibrio generado en las relaciones comerciales
entre ambos países, amenazando con denunciar a China ante la Organización
Mundial del Comercio e introducir un gravamen del 27,5% a las importaciones
provenientes de dicho país [6]. A partir de 2005, el valor del Renminbi se establece en función de
una cesta de referencia integrada principalmente por el dólar, el euro, el yen
y el won –de Corea del Sur–, además de otras monedas como el dólar de Singapur,
la libra esterlina, el ringgit malasio, el dólar australiano, el rublo, el bat
tailandés y el dólar canadiense [7].
Ahora
bien, una peculiaridad del banco central chino, que con seguridad incide en su
desempeño, es la falta de autonomía en el ejercicio de sus funciones. En este
sentido, el artículo 2 de la Ley sobre el Banco de Pueblo de China, establece
que deberá formular e implementar las políticas monetarias y ejercer la
supervisión y control sobre la industria bancaria, bajo la dirección del
Consejo de Estado. Ello explica, por ejemplo, que se le imponga el deber de
informar al referido Consejo, para su aprobación, de sus decisiones sobre el
suministro anual de dinero, las tasas de interés, los tipos de cambio y otros
asuntos importantes especificados por dicho órgano, antes de su ejecución
(artículo 5).
Por
lo tanto, se trata de un órgano subordinado al Consejo de Estado, el cual, de
conformidad con la Constitución de la República Popular China, del 4 de
diciembre de 1982 [8], es el órgano administrativo supremo del Estado, es decir, el Gobierno
Popular Central (artículo 85) y está integrado por el Primer Ministro, los
Vice-Primeros Ministros, los Consejeros de Estado, los Ministros, los
Presidentes de las Comisiones, el Auditor General y el Secretario General
(artículo 86) [9].
Como
consecuencia de ello, posiblemente sus decisiones estén motivadas por razones
políticas, y no sólo económicas. En cuanto a este aspecto, sostienen los
autores que el Banco del Pueblo de China no puede tomar las decisiones
monetarias sin la aprobación previa del Consejo de Estado, por lo que
constituye un sistema anacrónico en relación con los bancos centrales de las
otras grandes economías del mundo, en las cuales gozan de independencia
respecto al poder político [10].
3. El posicionamiento del yuan a nivel internacional.
Las
noticias económicas reflejan los intentos de China de modificar el orden
establecido después de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, se menciona
la creación de un Banco de Inversión e Infraestructura por parte de países
asiáticos, así como del Nuevo Banco de Desarrollo acordado por los BRICS [11]. Igualmente, los
intentos de China por fortalecer su moneda nacional en el ámbito global,
convirtiéndola en una moneda de reserva y también de pago internacional.
Al
respecto, se afirma que la gran actividad comercial de China favorece el
establecimiento del yuan como una divisa
internacional para realizar los pagos [12], y se refieren
(…) decenas de acuerdos [suscritos por el referido país
asiático] para el intercambio de monedas en el comercio bilateral con otros
países a fin de prescindir del dólar como divisa de pago y otorgar una
creciente presencia internacional al renminbi, la unidad monetaria china.
(Omissis)
China tiene acuerdos de intercambio de monedas con más de
50 naciones, que incluyen las 28 que conforman la Unión Europea y países de
distintas partes del planeta, desde Argentina y Brasil hasta Islandia,
Indonesia, Corea del Sur y Uzbekistán.
Estos intercambios, firmados entre bancos centrales y
grandes entidades financieras, habilitan por un tiempo determinado un
financiamiento bilateral para ambos países en la moneda del otro [13].
Aún
de mayor relevancia es la reciente decisión del Directorio Ejecutivo del Fondo
Monetario Internacional –informada mediante comunicado del 30 de noviembre de
2015 [14] y
vigente a partir del 1° de octubre de 2016–, de incluir el Renminbi entre las
monedas que componen el denominado “derecho especial de giro” (DEG), “activo de reserva internacional creado por
el FMI en 1969 para complementar las reservas oficiales de los países miembros” [15], junto a las otras monedas que ya eran consideradas: el dólar de los Estados Unidos de Norteamérica, el euro, el
yen y la libra esterlina. Al respecto, el aludido organismo financiero
internacional consideró que “China y su
moneda cumplen con los dos criterios de inclusión en la cesta: que el país
emisor esté entre los principales exportadores del mundo y que la moneda sea
‘de libre uso’”, en el entendido que “una
moneda es de libre uso cuando se la utiliza ampliamente para saldar
transacciones internacionales y se la negocia ampliamente en los principales
mercados de cambio” [16].
4. El caso Venezuela.
El
contexto planteado permite entender una de las implicaciones de los acuerdos
celebrados entre China y Venezuela en el último lustro. América Latina es, sin
duda, uno de los objetivos del país asiático, no sólo por constituir una fuente
de materias primas, sino además por las perspectivas que ofrece en cuanto a la
apertura de nuevos mercados. Dentro de esta región, Venezuela ha devenido en
uno de los grandes “socios” de China, suscribiendo innumerables acuerdos,
atinentes a diversas áreas económicas, pero principalmente a la industria
petrolera.
En
la etapa en que comenzó la apertura de China hacia el exterior, celebró con Venezuela
un Acuerdo Comercial [17] con el propósito de “fomentar la
amistad entre los pueblos y desarrollar el intercambio comercial entre ambos
países”, en cuyo artículo 5 se estipuló:
Los
pagos referentes a los contratos celebrados dentro del marco del presente
Acuerdo se efectuarán en divisas libremente convertibles, de conformidad
con las leyes y reglamentos vigentes en cada uno de los países (Subrayado
añadido).
Después
de un período de escasos intercambios, ambos países consolidaron su relación
desde los inicios del siglo XXI, cuando suscribieron el Convenio de Cooperación
Económica y Técnica [18], seguido de una multiplicidad de acuerdos.
4.1. Acuerdo sobre Cooperación para Financiamiento a
Largo Plazo (2010)
En
el tercer trimestre del año 2010, se suscribió en la ciudad de Beijing el Acuerdo entre el Gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela y el Gobierno de la República Popular China sobre
Cooperación para Financiamiento a Largo Plazo [19], a través del cual se
estipula la apertura de dos cuantiosas líneas de crédito del país asiático al
suramericano, que implican un endeudamiento público externo para este último.
Si
bien el tratado internacional fue celebrado por los gobiernos de ambos países,
se involucró en el mismo a distintos entes, que, al menos en el caso de
Venezuela, tienen personalidad jurídica propia, distinta a la República. Se
trata del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (BANDES) y
Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), por una parte, y, por la otra, el China Development Bank Corporation (Banco de Desarrollo de China, BDC, en
lo sucesivo) y la China National United
Oil Corporation (Corporación Nacional China de Petróleo), que constituyen
los “Entes Designados por las Partes”
(artículo II).
Una
vez establecidos los cuatro entes que tendrían una participación decisiva en la
negociación, las Partes convinieron dos préstamos –más bien, dos promesas de préstamo, visto que son
líneas de crédito–, en una primera parte del acuerdo internacional, y luego el
medio de pago de los mismos, lo que será objeto de otro estudio. Con relación a
aquéllos, se estipuló que el prestamista (BDC) extendería al prestatario
(BANDES) dos líneas de crédito, una en dólares de Estados Unidos de
Norteamérica por un monto máximo de US $ 10.000 millones, y otra en “yuanes Renminbi” por un máximo de RMB
70.000 millones (para la fecha, poco más de US $ 10.000 millones [20]), por un plazo máximo
de diez (10) años –contados a partir de la fecha de la firma del
correspondiente acuerdo de línea de crédito–, a una tasa de interés que “será determinada de común acuerdo por el
Prestamista y el Prestatario con base en negociaciones directas y principios de
mercado” (art. III).
En
el supuesto en que efectivamente se materialicen los préstamos por el monto
máximo de cada línea de crédito, Venezuela se habría endeudado con el país
asiático, en total, por más de US $ 20.000 millones.
Dejando
a un lado el acuerdo pactado en dólares de los Estados Unidos de Norteamérica,
moneda de libre convertibilidad, a continuación se expondrán algunas
consideraciones sobre las repercusiones de la apertura de una línea de crédito
en Renminbi.
Al
respecto, cabe resaltar que al constituir aquélla una moneda doméstica, que
carece de poder liberatorio universal, su utilización en un préstamo
internacional limita el eventual destino que pretenda dar el prestatario a la
masa monetaria recibida, no como una liberalidad sino con la obligación de
restituirla en un plazo determinado.
En
este orden de ideas, visto que el Renminbi es una moneda de pago únicamente
dentro de las fronteras de China, la consecuencia necesaria es que el monto
recibido en préstamo por Venezuela sólo podrá emplearse para cumplir con
obligaciones pecuniarias contraídas con empresas chinas, bien para la
adquisición de mercancías o para la obtención de servicios.
Tal
conclusión, lejos de constituir una situación no prevista por las Partes,
deriva con claridad de la interpretación del acuerdo, porque el mismo contiene
una referencia expresa sobre el destino
que tendrán las cantidades entregadas en virtud de la apertura de las líneas de
crédito: la totalidad de la estipulada en “yuanes
Renminbi” –RMB 70.000 millones– y por lo menos el 40 % de la convenida en
dólares de Estados Unidos de Norteamérica –porcentaje equivalente a US $ 4.000
millones–, se aplicarán en proyectos de cooperación emprendidos por ambos
países seleccionados en conjunto por las Partes, e inclusive, en la medida que
lo permita la ley y lo acuerden las Partes, una porción de las líneas de
crédito se podría utilizar en China para proyectos de cooperación entre ambos
países (art. V).
De
este modo, Venezuela se compromete a emplear el 100 % de la línea de crédito
pactada en Renminbi y un mínimo del 40 % de aquélla estipulada en dólares de
los Estados Unidos de Norteamérica, para un total del 70 % –o más– de ambas
líneas crediticias, en proyectos “de
cooperación” desarrollados con China, la prestamista, y elegidos entre
ambos países.
La
situación planteada supone la injerencia del prestamista en la determinación
del destino de la suma dineraria prestada, al participar en la selección de los
proyectos que habrán de financiarse con la misma, con lo cual la prestataria
acepta una importante limitación de su libertad de decidir el uso del dinero
recibido.
Pero
tal restricción era un resultado inevitable de la apertura de una de las líneas
de crédito en Renminbi, como se expuso anteriormente. En este sentido, es
posible afirmar –aunque ello no es más que una hipótesis– que, en la medida en
que se ha recibido el dinero de la línea crediticia en yuanes, esta divisa no
ha llegado físicamente a Venezuela, sino que ha permanecido en el país asiático
al servir de medio de pago a las distintas empresas, públicas o privadas, que
han contratado con el país suramericano.
4.2. La moneda de reserva en la reforma de la Ley del
Banco Central de Venezuela (2014).
En el marco de la Ley Habilitante aprobada
por la Asamblea Nacional a favor del Presidente de la República, en la Gaceta
Oficial N° 6.155 Extraordinario del 19 de noviembre de 2014 fue publicado el
Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Reforma Parcial de la Ley del Banco
Central de Venezuela.
Interesa resaltar, en esta oportunidad, la
modificación contenida en el artículo 127 del mencionado instrumento normativo,
que versa sobre las reservas internacionales de Venezuela.
Al respecto, se incorpora un nuevo
señalamiento, según el cual “[l]os activos
en monedas distintas al bolívar que mantenga el Banco Central de Venezuela
podrán calificarse como reservas internacionales o como otros activos en moneda
extranjera” (encabezado). En este orden, más allá de la inclusión de los
diamantes y demás piedras o metales preciosos, llama la atención que se define
la moneda de reserva mediante la
indicación de las categorías que comprende dicho concepto, a saber, i) “las divisas libremente convertibles y de
aceptación universal”, y adicionalmente, ii) “aquellas monedas extranjeras de fácil conversión en divisas en las
principales plazas internacionales y que sean empleadas como moneda de cuenta o
de pago en compromisos asumidos por la República Bolivariana de Venezuela”
(penúltimo aparte).
Nótese que en el segundo supuesto no se
exige la libre convertibilidad de la divisa; por el contrario, el requisito es
su “fácil conversión”, y,
concurrentemente, su utilización como moneda de cuenta o de pago en
obligaciones de la República, entendiendo por aquélla, la moneda en que se
estipula una obligación dineraria, y por ésta, la que debe emplearse a fin de
lograr su extinción.
La novedosa previsión legal conlleva la
extensión del listado de monedas extranjeras que pueden formar parte de las
reservas internacionales de Venezuela, al permitir expresamente la
incorporación de divisas que carezcan de libre convertibilidad y, por ende, que
sirvan como medio de pago universal.
En
consecuencia, visto que el país ha asumido compromisos en Renminbi –al menos
como moneda de cuenta–, a través de la línea de crédito abierta a su favor por
China, y además, que la referida moneda puede calificarse como de fácil
conversión, en virtud del volumen de su utilización en las negociaciones
comerciales a nivel internacional, estaría
dentro del marco legal el disponer de masas dinerarias expresadas en la moneda
oficial china, dentro de las reservas internacionales del país.
5. Conclusiones
La
época contemporánea muestra un reequilibrio de los centros de poder a nivel
mundial, en el que destaca el rol de la República Popular China como una
potencia económica emergente. Distintas regiones del mundo, entre ellas América
Latina, han incrementado sus relaciones con el país asiático, en la búsqueda de
éste, de diversificar sus fuentes de energía y sus mercados.
Ello
es patente en el caso de Venezuela, que ha celebrado una multiplicidad de
convenios con China en el siglo XXI, entre los que destaca el denominado Acuerdo sobre Cooperación para
Financiamiento a Largo Plazo, del año 2010, mediante el cual se abrieron a
favor de la República –por intermedio del BANDES– dos líneas de crédito, una de
ellas en la moneda nacional de China.
A
pesar de haberse estipulado, en un acuerdo marco celebrado en el año 1985, que
las relaciones comerciales se pactarían en moneda de libre convertibilidad, y
que ésa es la práctica en el ámbito del endeudamiento externo, Venezuela aceptó
una línea de crédito en Renminbi, con la consiguiente limitación en cuanto a su
destino, debido a que es una moneda doméstica, cuyo efecto liberatorio se
circunscribe al territorio del Estado prestamista. Con tal previsión, el país
asiático se garantiza un mercado –cautivo, podría decirse– para sus mercaderías
y su tecnología.
Venezuela,
en su intento de diversificar sus exportaciones petroleras y sus fuentes
crediticias –cuya importancia no puede menospreciarse–, coadyuvó al
posicionamiento del Renminbi como moneda de uso internacional, al utilizarlo
como moneda de cuenta, descartando el uso del dólar de los Estados Unidos de
Norteamérica, o de cualquier otra divisa libremente convertible.
Incluso
en el ordenamiento jurídico interno, al permitirse que las reservas
internacionales estén conformadas por monedas de fácil conversión que sean
empleadas en compromisos de la República, se abrió una vía legal a través de la
cual Venezuela puede adoptar medidas que, en definitiva, favorezcan nuevamente
al Renminbi y, por ende, a China, en su rol internacional.
NOTAS
* Universidad Católica Andrés Bello, Comunicadora Social. Universidad Central de Venezuela,
Abogada, Especialista en Derecho Procesal, cursante del Doctorado en Ciencias
mención Derecho.
[1] Importante acreedor de los Estados Unidos de Norteamérica, visto que
detenta más de US $ 200.000 millones en bonos del tesoro norteamericano, lo que
representa un 10% de estos (Ortega, Federico A. La
devaluación del Yuan. En http://www.caf.com/media/2869/LaDevaluaci%C3%B3ndelYuan%28May05%
29.pdf, consultado el 17 de febrero de 2015).
[2] El texto de la Ley, en inglés, se encuentra
en la página web oficial del Banco del Pueblo de China (En http://www.pbc.gov.cn/publish/english/964/1952/19528/19528_.html,
consultado el 15 de febrero de 2015).
[3] De acuerdo con la información oficial sobre
el Banco del Pueblo de China, contenida en su página web (En http://www.pbc.gov.cn/publish/english/952/index.html,
consultado el 15 de febrero de 2015).
[4] En
http://www.pbc.gov.cn/publish/english/1005/index.html, consultado el 15 de
febrero de 2015.
[5] El cambio específico era de 8,2765 yuanes
por dólar de los Estados Unidos de Norteamérica, es decir, 8,28, según las
estadísticas cambiarias mostradas en la página web del Banco del Pueblo de
China (En http://www.pbc.gov.cn/publish/html/2005S5.htm, consultado el 21 de
febrero de 2015).
[6] Tamames, Ramón. El siglo de China: De Mao a
primera potencia mundial. Editorial Planeta. Barcelona 2008, pp. 278, 282-284.
[7] Idem,
p. 286.
[8] En la página web oficial de la Embajada de la República Popular China
en la República de Colombia, se refiere que se han “promulgado cuatro versiones de la Constitución: la de 1954, la de 1975,
la de 1978 y la de 1982. Esta última, hoy vigente, consta de un Preámbulo y 138
artículos repartidos en cuatro capítulos: principios generales; derechos y
deberes fundamentales de los ciudadanos; estructura del Estado; bandera, escudo
e himno nacionales y capital”. Asimismo, se indica que “En 1988, 1993, 1999 y 2004, la Asamblea
Popular Nacional aprobó una serie de mociones para modificar y complementar
ciertos artículos de la Constitución” (En http://co.china-embassy.org/esp/zggk/pee/t223849.htm,
consultado el 15 de febrero de 2015).
[9] Constitución de la República Popular China,
del 4 de diciembre de 1982 (En http://www.politica-china.org/imxd/noticias/doc/1232451324Constitucion_china_ES.pdf,
consultado el 15 de febrero de 2015).
[10] Tamames, op. cit., p. 267.
[11] Cómo China busca crear un
sistema financiero paralelo. En BBC
Mundo, 6 de noviembre de 2014 (En http://www.el-nacional.com/bbc_mundo/China-crear-sistema-financiero-paralelo_0_514748651.html,
consultado el 12 de noviembre de 2014).
[12] Lake, Spencer. Yuan chino,
cada vez más global. En CNNExpansión,
25 de junio de 2014 (En http://www.cnnexpansion.com/opinion/2014/06/20/yuan-chino-cada-vez-mas-global,
consultado el 16 de febrero de 2015).
[13] Cómo China busca crear un
sistema financiero paralelo (art. citado en la nota N° 11).
[14] Puede ser consultado en: http://www.imf.org/external/spanish/np/sec/pr/2015/pr15543s.htm.
[15] En http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/survey/so/2015/NEW120115AS.htm,
consultado el 3 de diciembre de 2015.
[16] Idem.
[17] Suscrito en Caracas el 12 de noviembre de 1985, publicado en la
Gaceta Oficial N° 33.370 de fecha 12 de diciembre de ese mismo año, y con
entrada en vigor el 15 de mayo de 1986 (República de Venezuela, Ministerio de
Relaciones Exteriores: Tratados públicos y acuerdos internacionales de
Venezuela, Volumen XXVIII, septiembre-diciembre 1985).
[18] Firmado en Caracas el 25 de septiembre de 2000, publicada la Ley
Aprobatoria –por la Asamblea Nacional– en la Gaceta Oficial N° 37.352 de fecha
26 de diciembre de 2001, y con entrada en vigor el 30 de marzo de 2002
(República de Venezuela, Ministerio de Relaciones Exteriores: Tratados públicos
y acuerdos internacionales de Venezuela, Volumen XLIV, Tomo II, 2001. Caracas,
2004).
[19] El acuerdo internacional celebrado por el
Poder Ejecutivo el 10 de septiembre de 2010, fue aprobado por la Asamblea Nacional el 16 de septiembre
de 2010, y en esa misma fecha fue promulgada la Ley Aprobatoria y publicada
ésta en la Gaceta Oficial N° 39.511.
[20] De acuerdo con la información estadística
reflejada en la página web oficial del Banco del Pueblo de China, sobre la tasa
cambiaria del yuan, para el mes de septiembre de 2010, su valor era de 6,7011
yuanes por dólar de los Estados Unidos de Norteamérica (En http://www.pbc.gov.cn/publish/html/2010s08.htm,
consultado el 21 de febrero de 2015). Por ende, para esa fecha el monto máximo
de la línea de crédito en yuanes, equivalía a la suma de US $ 10.446 millones.
No obstante, lo lógico es calcular el cambio en las distintas fechas en que se
materialicen los préstamos, en el marco de dicha línea crediticia. Si, por
ejemplo, se tiene que el cambio promedio ha sido de 6,8 yuanes por dólar, los
RMB 70.000 millones serían unos US $ 10.294 millones.
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