Andrés Amengual Sánchez*
¡NO VENDAS TU
BIBLIOTECA!
“...No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo...”
No te rindas. Mario
Benedetti.
Hace algunos días, un querido amigo me
dijo que iba a vender su biblioteca. Ante mi asombro, me explicó que en esta
situación no tenía sentido conservarla porque cada día que pasa se valora menos
el cultivo del intelecto y la sindéresis que exige la comprensión de nuestro
entorno y más la altisonancia leal de los deslenguados. Adujo, además, que en
un país en el que las ideas y el pensamiento crítico están reñidos con las
desmedidas emociones políticas de las mayorías, es preferible no diferir de la
especie y adaptarse hasta donde se pueda a las motos en la acera, al tipo que
hizo de las colas un negocio y al fiscal de tránsito que martilla porque la
quincena no la alcanza y, ahora sí, tiene un buen pretexto para el chuleo.
En este contexto, es lógico suponer que
la venta de la biblioteca es una renuncia a la batalla por un país mejor. Ese
negocio implica dejarse arrastrar por la marea y claudicar a la verdadera
formación intelectual, a aquella que no consiste únicamente en la comprensión
lógica de las teorías o los sistemas de pensamiento sino que busca hacerlas
parte esencial de nosotros mismos, de nuestros valores para dignificar la
existencia y llevar a cabo la lucha por un humanismo que pretende la
construcción de una razón deliberante que esté alejada del vocerío ensordecedor
de los pragmáticos. Ese es, sin duda alguna, un camino tortuoso de resultados
inciertos que genera, a pesar de los reveses, enormes satisfacciones cuando es
transitado genuinamente.
La postura contraria a dejarse llevar,
consiste en tomar conciencia de nuestra realidad, lo cual exige conocer los
hechos históricos, analizar los fenómenos sociológicos, entender el juego
económico nacional e internacional, asumir las riquezas de nuestro territorio y
no descuidar los conflictos con otras naciones. Ese conocimiento, aunque
parezca paradójico, refuerza una actitud combativa sana en provecho de los
cambios necesarios que requiere la sociedad venezolana.
Por ende, si el sistema conspira para
que te des por vencido, si te inocula el miedo, la desesperanza, el desconsuelo
o la desmotivación, si busca apabullarte para que desconfíes de ti mismo y sea
presa fácil de las tentaciones, si pretende que te cierres en lugar de abrirte
y que desoigas razones abandonando la capacidad de persuadir y ser persuadido,
te sugiero que luches con todas tus fuerzas para no ceder, que mantengas
incondicionalmente la fe en la palabra y en el diálogo y que seas justo contigo
mismo que eres lo más importante. No vendas tu biblioteca. Aquí tienes a
alguien que te quiere.
*Universidad Central de Venezuela,
Abogado, Especialista en Derecho Administrativo, cursante del Doctorado
en Ciencias mención Derecho. Universidad Monteávila, Especialista en
Derecho Procesal Constitucional.
En nuestra biblioteca hay rasgos de nuestra personalidad y viceversa. Entonces, cómo venderla.
ResponderBorrarEn todo caso, podría pensarse en legarla… para mantener su carácter de universalidad de hecho. A menos que se venda uno que otro, como el personaje Víctor Fargas del Club Dumas… de Arturo Pérez Reverte, aunque lo suyo era más un catálogo que una biblioteca, y sin embargo, recuerdo el sufrimiento del portugués cada vez que sacrificaba un libro de su catálogo.
Y vender uno que otro, claro ésta, sólo para comprar más…
Muy buenas reflexiones Andrés.