Emilio Spósito Contreras*
De real y pontificia a republicana
In memoriam Ildefonso Leal
Tras el impulso experimentado en Tierra Firme con el
advenimiento de los borbones a la monarquía española, a partir del Seminario
Colegio de Nuestra Señora de Santa Rosa de Lima de Caracas (inaugurado el 29 de
agosto de 1696), por Real Cédula del 22 de diciembre de 1721 y Breve del 18 de
diciembre de 1722, se creó la
Real y Pontificia Universidad de Caracas (inaugurada el 9 de
agosto de 1725) [1].
Sobre el ordenamiento universitario, es frecuente escuchar
cómo las constituciones de las universidades americanas se inspiraron en las
normas de las principales universidades castellanas, a saber, Salamanca, Alcalá
y Valladolid. La
Constitución de la universidad caraqueña habría sido calcada
de la complutense [2].
No obstante, en cuanto al ingreso de los estudiantes a la
universidad, las casas de estudio americanas diferirán de sus antecesoras
europeas en tanto las desiguales realidades sociales.
En Castilla, la incorporación a los estudios
universitarios y la adquisición de su fuero, se daba a través de la matrícula,
que ameritaba la presentación de una cédula de aprobación de los examinadores
de latinidad y el juramento de obediencia al rector [3].
Según los Estatutos de la Universidad de
Salamanca de 1561, el secretario estaba obligado a anotar en el Libro de Matrícula,
el día, mes y año en que cada uno se matriculaba, el nombre del estudiante y el
de su localidad de nacimiento –generalmente especificando diócesis
eclesiástica, reino o señorío–, el curso y graduación en su caso, con escasos
detalles de procedencia social [4].
Sin embargo, en el Nuevo Mundo [5], o más específicamente
en Venezuela, observamos que las normas universitarias se llenan de requisitos
de ingreso a la matrícula, acordes con la estructura de castas imperante en la
colonia:
“Los alumnos para ser admitidos requerían presentar
testimonio de vita et moribus, es decir una relación detallada de vida y
buenas costumbres, persona blanca, hijo de legítimo matrimonio, descendiente de
cristianos viejos limpios de toda mala raza, se excluían a los negros, zambos y
mulatos, tener posición económica” [6].
Efectivamente, la división por castas durante esta época –y
los enfrentamientos resultantes–, ha sido uno de los principales problemas en
la consolidación de Venezuela como nación [7], y el campo universitario no fue
la excepción, a pesar que de nuestra universidad colonial egresaron personajes
como Francisco de Miranda, Miguel José Sanz, Juan Germán Roscio o
Andrés Bello.
Aunque la instrucción universitaria resultaba
especialmente onerosa, por los constantes pagos que ameritaba, también es de
reconocer que se proveyó el costo para estudiantes pobres, pero, no por ello de
menor “aplicación y adelantamiento” [8].
En la doctrina bolivariana, es esencial la formación de
ciudadanos y, en tal sentido, resulta paradigmático el Poder Moral de su
Proyecto de Constitución de Angostura de 1819, encargado de velar por la moral
y las luces, polos de una república. En este contexto, no podía escapar a la
atención del Libertador la entonces casi centenaria Universidad de Caracas.
En 1827, Bolívar, junto al doctor José María Vargas,
emprendió la tarea de adaptar la
Universidad de Caracas a la nueva realidad política del país,
dotándola de rentas y subrayando su autonomía, pero además aboliendo las
limitaciones de matrícula por razones de raza o condición social. A partir de
entonces, únicamente razones académicas, tendrían que considerarse para el ingreso
a la Universidad
Central de Venezuela, haciendo efectivos los versos satíricos
del “vejamen” [10] compuesto para la graduación del doctor Salvador Delgado, en
los que se privilegia el ingenio, sin importar a quien refieran:
“No sé si es caballo o mulo,
si es yegua o potranca,
a quien va a echar la zanca,
hoy mi numen cachirulo:
pero yo no me atribulo
ni me da ningún cuidado
el corcovo; que ensebado
traigo un famoso ramal,
y haré ver a este animal
que aquí se ‘jila’ delgado” [11].
NOTAS
* Profesor Agregado de Derecho Civil I, Personas, de la Universidad Central
de Venezuela.
[1] LEAL, Ildefonso, Historia de la UCV.
Universidad Central de
Venezuela. Caracas 1981, pp. 46-47.
[2] LEAL, op.
cit., pp. 49-50. También, ALONSO MARAÑÓN, Pedro Manuel y Manuel CASADO
ARBONIÉS, La vinculación de la Universidad de Alcalá
con las universidades hispanoamericanas: Perspectiva histórica y proyección.
En http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/21039/1/articulo4.pdf,
consultado el 8 de julio de 2015.
[3] TORREMOCHA HERNÁNDEZ, Margarita, La matriculación estudiantil durante el
siglo XVIII en la
Universidad de Valladolid. En
file:///C:/Documents%20and%20Settings/Usuario%20HP/Mis%20documentos/Downloads/Dialnet-LaMatriculacionEstudiantilDuranteElSigloXVIIIEnLaU-66281.pdf,
consultado el 8 de julio de 2015.
[4] VIVAS MORENO, Agustín, Documentación del Archivo
Universitario de Salamanca: Análisis descriptivo de sus series documentales.
En file:///C:/Documents%20and%20Settings/Usuario%20HP/Mis%20documentos/Downloads/2431-11641-1-PB.PDF,
consultado el 8 de julio de 2015.
[5] El mestizaje determinó la realidad social americana,
en principio admitiéndolo favorablemente, así, por ejemplo, en la Real y Pontificia Universidad
de la Ciudad
de los Reyes de Lima, en 1579 se estableció una cátedra de lengua indígena
(ARRIETA DE MEZA, Beatriz, Rafael Daniel MEZA CEPEDA y Adelmo ROMERO MÉNDEZ, Constituciones y Reglamentos, el
currículo de la
Universidad Colonial. Universidad de Lima [Perú, 1551]. En http://www.produccioncientifica.luz.edu.ve/index.php/encuentro/article/viewFile/4320/4317, consultado el 8 de julio de 2015), y conocemos de la
presencia –en aumento durante toda la colonia– de estudiantes indígenas en la Real y Pontificia Universidad
de México (PADILLA ARIAS, Alberto, Las
universidades indígenas en México: Inclusión o exclusión. En
http://148.206.107.15/biblioteca_digital/articulos/12-319-4977btc.pdf,
consultado el 8 de julio de 2015), a pesar del Edicto del obispo virrey de
Nueva España, Juan de Ortega y
Montañés, del 7 de abril de 1696, que
dado los tumultos del 8 de junio de 1692, exigió “pureza de sangre” para el
ingreso a la Universidad ,
aunque como se señala en AGUIRRE SALVADOR, Rodolfo y Margarita MENEGUS
BORNEMANN, Los indios, el
sacerdocio y la universidad en Nueva España, siglos XVI-XVIII. Universidad
Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Sobre la Universidad. México
2006, pp. 56 y ss., poco después había estudiantes indios, mestizos y hasta
mulatos en la casa de estudios mexicana.
[6] MORENO, Amado, Historia
sociopolítica de la universidad y autonomía en Venezuela: Rostros y máscaras.
En http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1316-49102008000200015&script=sci_arttext, consultado el 8 de julio de 2015.
[7] BOZA, Guillermo, Estructura
y cambio en Venezuela republicana: El período independentista. Equinoccio –
Universidad Simón Bolívar. Caracas 1978. También, FREITES, Yajaira, De la colonia a la república oligárquica
(1498-1870). En AA.VV., Perfil
de la Ciencia
en Venezuela. Marcel Roche, compilador. 2 Volúmenes. Fundación Polar.
Caracas 1996.
[8] LEAL, op. cit., p. 100.
[9] BOZA, op. cit.,
pp.97-107.
[10] “Intermedio”
del grave acto de graduación, en el cual el doctor más reciente, con música y poesía,
acogía de manera jocosa al graduando.
[11] LEAL, op.
cit., p. 103.
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