jueves, 9 de julio de 2015

Ingreso a la universidad

Emilio Spósito Contreras*

LA MATRICULACIÓN EN LA UNIVERSIDAD DE CARACAS
De real y pontificia a republicana

In memoriam Ildefonso Leal

Tras el impulso experimentado en Tierra Firme con el advenimiento de los borbones a la monarquía española, a partir del Seminario Colegio de Nuestra Señora de Santa Rosa de Lima de Caracas (inaugurado el 29 de agosto de 1696), por Real Cédula del 22 de diciembre de 1721 y Breve del 18 de diciembre de 1722, se creó la Real y Pontificia Universidad de Caracas (inaugurada el 9 de agosto de 1725) [1].
Sobre el ordenamiento universitario, es frecuente escuchar cómo las constituciones de las universidades americanas se inspiraron en las normas de las principales universidades castellanas, a saber, Salamanca, Alcalá y Valladolid. La Constitución de la universidad caraqueña habría sido calcada de la complutense [2].
No obstante, en cuanto al ingreso de los estudiantes a la universidad, las casas de estudio americanas diferirán de sus antecesoras europeas en tanto las desiguales realidades sociales.
En Castilla, la incorporación a los estudios universitarios y la adquisición de su fuero, se daba a través de la matrícula, que ameritaba la presentación de una cédula de aprobación de los examinadores de latinidad y el juramento de obediencia al rector [3].
Según los Estatutos de la Universidad de Salamanca de 1561, el secretario estaba obligado a anotar en el Libro de Matrícula, el día, mes y año en que cada uno se matriculaba, el nombre del estudiante y el de su localidad de nacimiento –generalmente especificando diócesis eclesiástica, reino o señorío–, el curso y graduación en su caso, con escasos detalles de procedencia social [4].
Sin embargo, en el Nuevo Mundo [5], o más específicamente en Venezuela, observamos que las normas universitarias se llenan de requisitos de ingreso a la matrícula, acordes con la estructura de castas imperante en la colonia:

Los alumnos para ser admitidos requerían presentar testimonio de vita et moribus, es decir una relación detallada de vida y buenas costumbres, persona blanca, hijo de legítimo matrimonio, descendiente de cristianos viejos limpios de toda mala raza, se excluían a los negros, zambos y mulatos, tener posición económica” [6].

Efectivamente, la división por castas durante esta época –y los enfrentamientos resultantes–, ha sido uno de los principales problemas en la consolidación de Venezuela como nación [7], y el campo universitario no fue la excepción, a pesar que de nuestra universidad colonial egresaron personajes como Francisco de Miranda, Miguel José Sanz, Juan Germán Roscio o Andrés Bello.
Aunque la instrucción universitaria resultaba especialmente onerosa, por los constantes pagos que ameritaba, también es de reconocer que se proveyó el costo para estudiantes pobres, pero, no por ello de menor “aplicación y adelantamiento” [8].
La Independencia sólo pudo realizarse tras la superación –a precio de sacrificios extraordinarios– de la división entre “blancos-criollos-notables-locales” –en la categorización de Boza– y pardos. Precisamente la obra revolucionaria del Libertador Simón Bolívar, se concentrará en la demolición de este oprobioso sistema colonial de castas, no sólo despojando de privilegios a sus compañeros mantuanos, sino evitando enérgicamente la utilización demagógica de tales diferencias –recuérdese la reacción contra Piar– y la construcción de una nueva escala de valores, basada principalmente en los méritos políticos y, sobre todo, militares [9].
En la doctrina bolivariana, es esencial la formación de ciudadanos y, en tal sentido, resulta paradigmático el Poder Moral de su Proyecto de Constitución de Angostura de 1819, encargado de velar por la moral y las luces, polos de una república. En este contexto, no podía escapar a la atención del Libertador la entonces casi centenaria Universidad de Caracas.
En 1827, Bolívar, junto al doctor José María Vargas, emprendió la tarea de adaptar la Universidad de Caracas a la nueva realidad política del país, dotándola de rentas y subrayando su autonomía, pero además aboliendo las limitaciones de matrícula por razones de raza o condición social. A partir de entonces, únicamente razones académicas, tendrían que considerarse para el ingreso a la Universidad Central de Venezuela, haciendo efectivos los versos satíricos del “vejamen” [10] compuesto para la graduación del doctor Salvador Delgado, en los que se privilegia el ingenio, sin importar a quien refieran:

No sé si es caballo o mulo,
si es yegua o potranca,
a quien va a echar la zanca,
hoy mi numen cachirulo:
pero yo no me atribulo
ni me da ningún cuidado
el corcovo; que ensebado
traigo un famoso ramal,
y haré ver a este animal
que aquí se ‘jila’ delgado” [11].

NOTAS

* Profesor Agregado de Derecho Civil I, Personas, de la Universidad Central de Venezuela.

[1] LEAL, Ildefonso, Historia de la UCV. Universidad Central de Venezuela. Caracas 1981, pp. 46-47.

[2] LEAL, op. cit., pp. 49-50. También, ALONSO MARAÑÓN, Pedro Manuel y Manuel CASADO ARBONIÉS, La vinculación de la Universidad de Alcalá con las universidades hispanoamericanas: Perspectiva histórica y proyección. En http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/21039/1/articulo4.pdf, consultado el 8 de julio de 2015.

[3] TORREMOCHA HERNÁNDEZ, Margarita, La matriculación estudiantil durante el siglo XVIII en la Universidad de Valladolid. En file:///C:/Documents%20and%20Settings/Usuario%20HP/Mis%20documentos/Downloads/Dialnet-LaMatriculacionEstudiantilDuranteElSigloXVIIIEnLaU-66281.pdf, consultado el 8 de julio de 2015.

[4] VIVAS MORENO, Agustín, Documentación del Archivo Universitario de Salamanca: Análisis descriptivo de sus series documentales. En file:///C:/Documents%20and%20Settings/Usuario%20HP/Mis%20documentos/Downloads/2431-11641-1-PB.PDF, consultado el 8 de julio de 2015.

[5] El mestizaje determinó la realidad social americana, en principio admitiéndolo favorablemente, así, por ejemplo, en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima, en 1579 se estableció una cátedra de lengua indígena (ARRIETA DE MEZA, Beatriz, Rafael Daniel MEZA CEPEDA y Adelmo ROMERO MÉNDEZ, Constituciones y Reglamentos, el currículo de la Universidad Colonial. Universidad de Lima [Perú, 1551]. En http://www.produccioncientifica.luz.edu.ve/index.php/encuentro/article/viewFile/4320/4317, consultado el 8 de julio de 2015), y conocemos de la presencia –en aumento durante toda la colonia– de estudiantes indígenas en la Real y Pontificia Universidad de México (PADILLA ARIAS, Alberto, Las universidades indígenas en México: Inclusión o exclusión. En http://148.206.107.15/biblioteca_digital/articulos/12-319-4977btc.pdf, consultado el 8 de julio de 2015), a pesar del Edicto del obispo virrey de Nueva España, Juan de Ortega y Montañés, del 7 de abril de 1696, que dado los tumultos del 8 de junio de 1692, exigió “pureza de sangre” para el ingreso a la Universidad, aunque como se señala en AGUIRRE SALVADOR, Rodolfo y Margarita MENEGUS BORNEMANN, Los indios, el sacerdocio y la universidad en Nueva España, siglos XVI-XVIII. Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Sobre la Universidad. México 2006, pp. 56 y ss., poco después había estudiantes indios, mestizos y hasta mulatos en la casa de estudios mexicana.

[6] MORENO, Amado, Historia sociopolítica de la universidad y autonomía en Venezuela: Rostros y máscaras. En http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1316-49102008000200015&script=sci_arttext, consultado el 8 de julio de 2015.

[7] BOZA, Guillermo, Estructura y cambio en Venezuela republicana: El período independentista. Equinoccio – Universidad Simón Bolívar. Caracas 1978. También, FREITES, Yajaira, De la colonia a la república oligárquica (1498-1870). En AA.VV., Perfil de la Ciencia en Venezuela. Marcel Roche, compilador. 2 Volúmenes. Fundación Polar. Caracas 1996.

[8] LEAL, op. cit., p. 100.

[9] BOZA, op. cit., pp.97-107.

[10] “Intermedio” del grave acto de graduación, en el cual el doctor más reciente, con música y poesía, acogía de manera jocosa al graduando.

[11] LEAL, op. cit., p. 103.

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