Andrés Amengual Sánchez
“QUIEN LEE POCO
DISPARA MUCHO”
Pienso
en Venezuela. ¿No está por el suelo nuestra lengua? ¿Conserva sus raíces
nuestro pueblo? ¿No está roto? ¿Qué le queda? Le han arrebatado mucho de lo que
tenía. Flota en ciudades que van perdiendo su faz, desconectado, sin rumbo,
lejos de sus veneros.
Rafael Cadenas. En torno al lenguaje.
En pleno apogeo de los acontecimientos
políticos ocurridos en Venezuela entre febrero y junio de 2014, leí una
pancarta pegada en la reja de un polideportivo ubicado en el este de la ciudad
capital que expresaba el título de este artículo. Al calor de los sucesos que se
venían dando en el país, tal aseveración aparecía como una verdad evidente e
irrefutable para un sector de la población que, por lo general, no se detiene a
pensar en el lenguaje que emplea y, quizás por ello, no logra identificar los
prejuicios ni las trampas que subyacen en ciertos discursos, o sencillamente
los ignora, creyendo que con su pomposa repetición se ataca a los gobernantes
actuales.
De entrada, el enunciado resulta
atractivo y plantea interesantes problemas lógicos y axiológicos que deben ser desbrozados
con precisión de cirujano. En este sentido, puede decirse, en primer término,
que no existe ningún instrumento de medición o estadística seria que demuestre
esta afirmación, por lo que carece de sustrato probatorio. Si observamos con detenimiento,
se verá que tal proposición, puede expresarse de la siguiente manera: si se lee
poco entonces se dispara mucho, es
decir, que según esta fórmula si se verifica el antecedente debe, muy
probablemente, darse el consecuente, haciéndose más evidente el hecho de que en
este caso no existe una relación de causalidad o necesidad entre leer poco y disparar mucho como sí pudiera ocurrir con la expresión “si llueve
te mojas” porque si llueve es muy probable que te mojes.
Efectivamente, la frase “quien lee poco
dispara mucho” contiene una generalización disimulada en el “quien”, que
también puede ser presentada de forma silogística de esta otra manera:
Todo aquel que lee poco dispara mucho
(Premisa mayor)
X lee poco (Premisa menor)
Por lo tanto, X dispara mucho
(Conclusión)
¿Será cierto eso? Creo que no en ninguno
de los dos niveles: ni en el de la escogencia de la premisa mayor ni en el de
la correspondencia de la premisa menor, por lo que las dos maneras en que se
presentó resultan muy poco convincentes. Sin embargo, es posible que para más
de un incrédulo dé lo mismo decir que “quien lee poco dispara mucho” a sostener
que “quien dispara mucho lee poco”, lo que nos obligaría a preguntarnos ¿son
equivalentes e intercambiables? ¿Qué consecuencias traería tal posibilidad?
Obsérvese que el problema al señalar que
“quien lee poco dispara mucho”, es que no necesariamente, ni siquiera probablemente, si se lee poco se dispare mucho. Pero el
caso de “quien dispara mucho lee poco” es diferente porque entra en el plano de
los hechos cuantificables y demostrables
en el que se puede determinar con certeza si quien ha disparado mucho leía poco
o nada. Y esto resulta fundamental en los actuales momentos que atraviesa el
país, porque a pesar de que aquí existe un altísimo número de muertes violentas
por armas de fuego, ello no se debe a que la gran mayoría de los homicidas lean
poco sino a otras razones, con lo cual queda claro que se trata de una grave
acusación contra la mayoría de un pueblo que no tiene por hábito precisamente
la lectura.
Con base en estas consideraciones, puede
sostenerse que la expresión “quien lee poco dispara mucho”, se sirve de un
prejuicio que tiende más a la confusión y a la negación que a la comprensión y
la ponderación, ya que no es lo mismo sostener que un determinado porcentaje de
los penados por uso indebido de armas de fuego en Venezuela lee poco que
incluir dentro de esa tendenciosa generalización a un considerable grupo de
personas que no leen prácticamente nada. Por ello, ante la ausencia de medios
probatorios, luce mucho más apropiado decir que “quien dispara mucho, por lo general, lee poco”, decantándonos
por la moderación reflexiva que aconseja la prudencia y exige nuestra realidad.
Este último matiz, el “por lo general”, no
constituye un ejercicio lingüístico puramente decorativo sino la decisión de
asumir una posición más comprometida con lo que debemos hacer para superar la
crisis en que nos encontramos. A propósito de la necesidad de aprender a
pensarnos como sociedad compleja y plural, sugiero el análisis del artículo titulado
“En 10 claves como Farmatodo apoya el golpe económico”, publicado en el noticiero
digital de Radio Nacional de Venezuela (RNV) el 8 de febrero de 2015, en la
dirección electrónica http://www.rnv.gob.ve/index.php/en-10-claves-como-farmatodo-apoya-el-golpe-economico,
en el que a través de un lenguaje maniqueo, frases hiperbólicas y un
razonamiento falaz se busca “convencer” a los indecisos. Veamos.
1.-
En el primer párrafo del escrito, se dice que “la aprehensión y el
enjuiciamiento criminal de los directivos de la cadena Farmatodo (…) ha
demostrado la firme decisión del gobierno y de las instituciones para enfrentar
la ofensiva que adelanta la burguesía comercial contra el pueblo venezolano”. En
estas cuatro líneas, se hace explícita la propaganda gubernamental y el uso de
términos amarillistas como “enjuiciamiento criminal” o “burguesía
comercial contra el pueblo venezolano” que forman parte de la harto conocida estrategia
mediática de la exaltación de lo emotivo, lo afectivo. ¿Es que acaso redactar
un artículo serio es de derecha y, por ende, execrable? No olvidemos lo que dijo
Sartre en una entrevista sobre el objetivo de la prensa revolucionaria:
“(...) Además, yo concibo a la prensa
revolucionaria informando tanto acerca de acciones positivas como de las que no
lo son. Y mientras no se lo haga, se seguirá estando en el plano de la Huma.
Eso es algo que hay que evitar. Existen viejas técnicas de engaño que no me
gustan. Por el contrario, hay que ofrecer la verdad. Decir: esto y aquello ha
fracasado, y por tal motivo; o si no: en tal o cual empresa las cosas marchan
bien por tal razón. Siempre vale más dar cuenta de la verdad. Es lo que nunca
se hizo (...). Y hay algo más grave aún: los diarios burgueses dicen más
verdades que la prensa revolucionaria, hasta cuando mienten. Pero mienten menos
(...)” [1].
2.-
En los tres párrafos siguientes, el autor da cuenta del conocimiento y control
que tiene el gobierno sobre la capacidad económica, gerencial y operativa de la
empresa Farmatodo haciéndoselo saber al público consumidor, a quien también se
le dice que la empresa estuvo asesorada por el fundador de la cadena
estadounidense “Rite Aid”, conformada por un conglomerado de farmacias a
quienes las autoridades estadounidenses han sancionado por “la comisión de
fraudes relacionados con el expendio de medicinas y alimentos vencidos y con la
alteración de sus registros contables”.
Esta
última “información” queda en el aire, no se dice de dónde proviene, qué autoridad
determinó los fraudes cometidos contra el pueblo estadounidense, no se
mencionan las pruebas que se emplearon para arribar a esa conclusión ni el
número aproximado de medicinas o alimentos vencidos que ellas lograron vender.
Planteado de esa manera, es posible que ya el patriota antiimperialista decida
darle una patada a la mesa y exclamar, a punto de infarto por la arrechera ¡váyanse
a la mierda gringos hijos de puta! ¡Siempre vienen a jodernos!
3.-
Seguidamente, el autor lanza la perla de las falacias al explicar que la
empresa negocia en forma directa y con descuentos con los distintos proveedores
los productos sin la intermediación de distribuidores y vendedores, tiene
acceso prioritario a los despachos de las transnacionales de consumo masivo,
cuenta con la asesoría de expertos y estudiosos para el manejo de sus procesos
logísticos y además posee una infraestructura y un equipamiento “envidiables”, por
lo que “es indudable que Farmatodo está usando su ‘know how’ y sus recursos
para actuar como punta de lanza de las transnacionales de consumo masivo en la
‘guerra económica’ que enfrenta Venezuela”.
¿Se
capta el problema como decía un apreciado profesor de filosofía?
Ninguna
de las premisas empleadas sirve para fundamentar la conclusión. Dicho en otros
términos, de la asesoría gringa, la negociación directa con los distintos
proveedores sin la intermediación de terceros, el consejo de algunos expertos en
el manejo de procesos logísticos o la infraestructura “envidiable” que posee, no
puede colegirse que la empresa esté empleando sus conocimientos, recursos y
trabajadores para “actuar como punta de lanza” de las transnacionales en la “guerra
económica” que azota al país, así como tampoco puede concluirse que todos esos
elementos “convierten a Farmatodo en el principal centro de promoción del ‘golpe
económico’ con capacidad científica para producir colas e inestabilidades
programadas”.
En
razón de lo expuesto, se juzga imprescindible hacerse algunos cuestionamientos.
Si la conclusión no se deriva de las premisas y el artículo no proporciona
ningunas claves o pistas sobre la supuesta participación de la empresa
Farmatodo en el “golpe económico”, es necesario preguntarse lo siguiente: (i) ¿Por qué la aprehensión y
enjuiciamiento criminal de los directivos de la empresa demuestra la firme
decisión del gobierno de enfrentar la ofensiva económica de la burguesía
comercial contra el pueblo venezolano? (ii)
¿Es esta la única empresa en la que se implementa un plan de racionamiento para
la venta de los productos? (iii)
¿Qué se raciona y por qué? (iv)
¿No hay colas en otros supermercados? (v)
¿No habrá otro interés en desmontar la “envidiable” casita del techo azul?
NOTAS
[1]
Los intelectuales y la revolución después de mayo de 1968. Jean Paul Sartre y
otros. Rodolfo Alonso Editor. Buenos Aires, 1973.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario