jueves, 29 de octubre de 2015

Tolerancia religiosa

Califato en una noche

Emilio Spósito Contreras*

“(…) en cuanto abrieron las puertas, los esclavos y los porteros llegaron al límite de la estupefacción al notar que algo se oponía a su vista en el sitio donde la víspera se veía un inmenso meidán para torneos y cabalgatas (…)”.
Anónimo, Las mil y una noches.
Historia de Aladino y la lámpara mágica

Desde Abu Bakr Al-Siddīq (573-634), primer califa (seguidor de Muhammad, BPD), hasta Abd-ul-Mejid II (1868-1944), último sultán otomano y CI° califa (gobernó hasta el 3 de marzo de 1924), el mundo no había vuelto a oír de califas y califatos. Por lo que la reciente noticia de la proclamación del denominado “Estado del Califato Islámico”, bajo el gobierno del califa Ibrahim (Abu Bakr al Baghdadi), resulta desconcertante, sobre todo para el secularizado Occidente.
Efectivamente, el califato implica un gobierno universal de naturaleza temporal y espiritual, sólo equiparable al Imperio Romano, después de Constantino. Pero desde 1806, el Imperio Romano (Sacro Romano Imperio) está vacante y mucho se ha hecho por falsificar la idea de Imperio, colocando bajo su rótulo a vulgares reinos o hegemonías (Cfr. artículo del autor, La tergiversación de Roma. En Vltima Ratio, N° I. Caracas, enero-julio de 2014, p. 4. También en http://vltimaratio.blogspot.com/2015/01/la-tergiversacion-de-roma-emilio.html).
Así como es una contradicción que el Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño promueva el aborto, son ejemplo de contradictio in terminis las expresiones “Imperio norteamericano” y “Estado del Califato Islámico”. El diablo tiende a confundirlo todo.
En todo caso, hay que ser cauto sobre el verdadero carácter de califa de Abu Bakr al Baghdadi, quien no pretende ser elegido por la comunidad, descender del Profeta, o ser designado por Dios (¿Mahdī?); sino que basa su legitimidad en el pasmoso éxito de las armas de sus correligionarios, acusados de atroces ejecuciones, crucifixiones y la destrucción de mezquitas chiítas y sufíes (cfr. http://vltimaratio.blogspot.com/2015/01/jorge-o.html).
¿Bastará la fuerza de las armas –más allá de la virtud– para ser el legítimo califa de los musulmanes?
Sobre lo que significa un califa, recordamos al poeta andaluz Ibn al-Jatib (1313-1374), al referirse al Califa de Dios:

“(…) ¡Ojalá el destino aumente tu gloria todo el tiempo que brille la luna en la oscuridad!
¡Ojalá la mano de la Providencia aleje de ti los peligros que no podrían ser rechazados por la fuerza de los hombres!
En nuestras aflicciones tu aspecto es para nosotros la luna que disipa las tinieblas, y, en las épocas de escasez, tu mano reemplaza a la lluvia y esparce la abundancia.
Sin tu auxilio, el pueblo andaluz no habría conservado ni habitación ni territorio.
En una palabra, este país no siente sino una necesidad: la protección de tu majestad”.
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* Profesor Agregado de Derecho Civil I, Personas, de la Universidad Central de Venezuela y profesor de Orígenes del Derecho y su Evolución Posterior de la Universidad Católica Andrés Bello.

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