Coronel Arturo Castillo Máchez (†)
EL
LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR
CATÓLICO,
FIEL CRISTIANO
Discurso pronunciado en Roma, por el coronel Arturo Castillo Máchez,
Presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela,
con ocasión del 180° aniversario de la muerte del Libertador Simón
Bolívar,
en acto organizado en el Campidoglio por la Comuna di Roma,
y la Sociedad Bolivariana
de Roma
Señor representante de la
Comuna di Roma, señor Embajador de la Republica Bolivariana
de Venezuela y demás embajadores de Repúblicas hermanas, Señor Presidente de la Sociedad Bolivariana
de Roma y demás representantes de Sociedades Bolivarianas del mundo, señoras y
señores.
De la cuna a la tumba el Libertador Simón Bolívar fue un buen cristiano
y muchas pruebas tenemos de ello. Desde su partida de bautismo a su testamento,
pasando por múltiples correspondencias documentos e historias sobre los
momentos estelares de su vida.
Lo atestigua su partida de Bautismo:
En
la ciudad Mariana de Caracas, en 30 de julio de 1783, el Doctor Don Juan Félix
Jerez y Aristeguieta, presbítero, con licencia que yo el infrascripto Teniente
Cura de esta Santa Iglesia Catedral, le concedí, bautizó, puso óleo y crisma y
dio bendiciones a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad ,
párvulo, que nació el veinte y cuatro del corriente, hijo legítimo de Don Juan
Vicente de Bolívar y de Doña María de la Concepción Palacios
y Sojo, naturales y vecinos de esta ciudad. Fue su padrino Don Feliciano Palacios
y Sojo, a quien se advirtió el parentesco espiritual y obligación; y para que
conste lo firmo. Fecha ut supra [1].
Y
del fiel cumplimiento de las obligaciones del padrino, nos da cuenta carta del
joven Bolívar a su querido tío Pedro Palacios Blanco:
(…) Dios es el autor de todos nuestros sucesos, por lo que
deben ser todos para bien nuestro. Esta reflexión nos consuela cuando estamos
en aflicciones; y así, es menester que Vd. no lo olvide (sic) [2].
A
esta confianza absoluta en el Creador, ponerse en las manos de la Providencia , es lo que conocemos por “fe”. Y
precisamente sobre la fe del Libertador y la esperanza que ella produce,
debemos considerar su primer acto político, su entrada en la historia como
héroe, esto es, un acto religioso conocido como el juramento en el Monte Sacro,
en esta misma ciudad, y del que tenemos noticias del propio Libertador en carta
al testigo ocular de tal acto, su maestro Simón Rodríguez:
¿Se
acuerda Vd. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma, a jurar sobre aquella tierra
santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá Vd. olvidado aquel día de
eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento
profético a la misma esperanza que no debíamos tener [3].
A
la misma esperanza que no debía tener, pero que Bolívar tuvo.
Días más tarde, este rebelde caraqueño expresó
su fervorosa religiosidad aún en contra de las costumbres vaticanas, cuando en
su visita al Sumo Pontífice Pío VII, se negó al protocolar saludo que regía las
visitas papales, esto es, besar la cruz en el calzado del Obispo de Roma y que,
según nos relata O’Leary, obligó al Papa a ser condescendiente y manifestar al
Embajador de España en el Vaticano, Antonio Vargas Laguna: “Dejad al joven indiano hacer lo que guste”
[4].
Cuando el diplomático español quiso reprocharle
tan insolente actitud, tuvo que escuchar, con vehemencia manifiesta del futuro
Libertador, que “Muy poco debe estimar el
Papa el signo de la religión cristiana cuando la lleva en sus sandalias,
mientras los más orgullosos soberanos de la cristiandad lo colocan sobre sus
coronas” [5].
Aunque
el Libertador experimentó brevemente en la masonería, ello lejos de contradecir
su religiosidad, la confirma –sólo recientemente se ha asociado a la masonería
con ateísmo– además de que en su caso, puede relacionarse más bien con las
ideas revolucionarias de la época.
Según
Bartolomé Mitre, la formula de iniciación en la masonería a la que ingreso
tanto Bolívar como San Martín, rezaba:
Nunca reconocerás por
gobierno legítimo de tu Patria sino á aquel que sea elegido por la libre y
espontánea voluntad de los pueblos; y siendo el sistema republicano el más
adaptable al gobierno de las Américas, propenderás por cuantos medios estén a
tus alcances, á que los pueblos se decidan por él [6].
La
referencia más elocuente del tema es, como siempre, del propio Libertador,
recogida por Luis Perú de Lacroix, en Diario
de Bucaramanga:
Habló
sobre la Masonería ,
diciendo que también había tenido él la curiosidad de hacerse iniciar para ver
de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en París había sido recibido
Maestro, pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridículo de
aquella antigua asociación; en las Logias había hallado algunos hombres de
mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y muchos más tontos burlados;
que todos los masones parecen unos grandes niños, jugando con señas,
morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones; que sin embargo la política
y los intrigantes pueden sacar algún partido de aquella sociedad secreta [7].
El
punto se puede cerrar recordando el decreto del Libertador del 8 de noviembre
de 1828, por el que “Se prohíben en Colombia todas las sociedades o
confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada una”.
También
da cuenta de la religiosidad del Libertador Simón Bolívar, el extraordinario
relato del Hermano Nectario María, sobre una de los más apremiantes combates del
Libertador, la Batalla
de San Mateo:
(…) confiado en el valor de sus soldados y en la protección
de la que es más fuerte que un ejército
en orden de batalla y a quien nunca invocó el mortal en vano, impetraba el
auxilio de la Virgen
de Belén, quemando ante su santa imagen en la casa de Canta Ranas profusión de luces [8].
Mención aparte
merecen sus relaciones con la jerarquía eclesiástica, siempre tirantes, en
cuanto la jerarquía eclesiástica representaba, más que los intereses
espirituales de su grey, los intereses políticos de la corona española. No
obstante ello, debe resaltarse la relación respetuosa de Bolívar y el arzobispo
de Caracas Narciso Coll y Prat.
Por
las mismas dificultades entre Estado e Iglesia, en su Proyecto de Constitución
de Bolivia (1826), Bolívar se pronuncia en contra de una religión de Estado:
En
una constitución política no debe prescribirse una profesión religiosa; porque
según las mejores doctrinas sobre las leyes fundamentales, éstas son las
garantías de los derechos políticos y civiles; y como la religión no toca a
ninguno de estos derechos, ella es de naturaleza indefinible en el orden
social, y pertenece a la moral intelectual (…).
Sin embargo, a pesar de la separación entre religión y política en el
Libertador, abundan ejemplos de su preocupación como gobernante por los temas
religiosos:
En Proclama a los venezolanos, contemporánea a los hechos sobre la Virgen de Belén en la Batalla de San Mateo,
Bolívar señala:
Venezolanos, no temáis a las bandas de asesinos que
infestan vuestras comarcas, y son los únicos que atacan vuestra libertad y
gloria; pues el Dios de los ejércitos concede siempre el triunfo a los que
combaten por la justicia; y jamás protege largo tiempo a los opresores de la
humanidad. Así todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han
exterminado al fin a sus tiranos [10].
En
informe del Libertador sobre la misma acción bélica, puede leerse:
(…) lo que no podrá concebirse, pero de que han sido
testigos lo habitantes de esta ciudad, es el saqueo y destrozo de los Templos,
de donde se arroja en este momento el estiércol de sus caballos, el haber
despedazado los vasos sagrados y las imágenes, que se han hallado en los
corrales de las casa, lo mismo que la Custodia [11].
Y
en comunicación al Arzobispo de Caracas Narciso Coll y Prat, se lamenta de los
daños causados por las fuerzas leales al Rey, llamadas la “Legión infernal”:
Las Imágenes de San José, San Francisco, Santa Rita, y
Carmen, fueron despojadas de sus sortijas, y demás adornos de oro y plata; los
Cálices, Patenas, Incensarios, Copón, y otros vasos, robados. Y últimamente
extraída del sagrario la
Custodia que depositaba la Hostia consagrada, la cual, según unos fue
despedazada, y otros tirada en el Altar [12].
El
contraste entre la religiosidad de Bolívar y sus enemigos es evidente, veamos
todavía, el leguaje del Libertador en Proclama a los venezolanos:
El Cielo, que constantemente vela por el triunfo de la
virtud, nos ha concedido la victoria contra todos los partidarios de la
tiranía, y todos los defensores de los crímenes que han enseñado los españoles
en las Américas. Enormes masas de bandidos han atacado los ejércitos de la República , que han
vencido siempre a sus indignos enemigos dondequiera que se han presentado, y
han disipado las tempestades que han cubierto toda la extensión del horizonte
de Venezuela. Esta fortuna la debéis al valor divino de vuestros soldados, sin
que yo haya contraído otro mérito que el de adquirir para nuestras armas el
triunfo mayor que puede adornarlas: perdonar a sus enemigos después de haberlos
vencido. Yo reitero mis anteriores indultos; y a nombre de Venezuela perdono de
nuevo, sin restricción alguna, a todos los enemigos de la República , que
abandonando los estandartes de los tiranos, se acojan bajo la protección paternal
de nuestro benéfico Gobierno [13].
Hasta
llegar al final de sus días mortales, con el testamento que, muy cuidado, lo
presentan a la posteridad, en toda su dimensión espiritual:
En nombre de Dios todo Poderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar,
Libertador de la República
de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela,
hijo legitimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios,
difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente enfermo,
pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo y confesando
como firmemente creo y confieso el alto y soberano misterio de la Beatísima y Santísima
Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo tres personas distintas y un solo Dios
verdadero, y en todos los demás misterios que cree, predica y enseña nuestra
Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya fe y creencia he
vivido y protesto vivir hasta la muerte, como Católico fiel Cristiano, para
estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición testamental, bajo la
invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Testamento en la forma siguiente:
1. Primeramente encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor
que de la nada la crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a
disposición de mis Albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que
sean necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno [14].
No
es de extrañarnos que en aquellos días de diciembre, hace ya 180 años, el
Libertador esperara embarcarse para Europa, con destino final Roma, para
ejercer de Embajador de la
República de Bolivia –su hija predilecta– ante la Santa Sede.
Hoy, su ideario está más vigente que nunca. En
los pueblos del planeta donde aun no se respiran aires de libertad, están a la
espera de la aplicación de su ideario, basado en la libertad plena de conciencia
y de actuación, de desprendimiento de los bienes materiales, de la igualdad,
que aun no siendo absoluta, permita sacar a los pueblos del oscurantismo. Una
justicia que reine en todos los rincones del mundo, basada en darle a cada
quien lo que le corresponde y merece. Que las oportunidades sean para todos por
igual y que a todos por igual les lleguen los beneficios que esta tierra
depara: el agua y los alimentos. La educación y el trabajo digno y creador.
Donde se extirpen los amos para siempre y aun con nuestras diferencias vivamos
en un ambiente donde haya esperanza de superación por muy lenta que ésta se nos
presente.
Señoras, señores.
NOTAS
[1] En
http://www.analitica.com/bitblio/bolivar/bautismo.asp. Consultado el 25 de
noviembre de 2010.
[2] Carta a Pedro Palacios Blanco.
Bilbao, 23 de agosto de 1801. En S. BOLÍVAR, Escritos del Libertador. Volumen II, p.
99.
[3] Carta de Bolívar a S. Rodríguez. Pativilca, 19 de enero de 1824. En S. BOLÍVAR, Doctrina
del Libertador. Biblioteca Ayacucho, número 1. Fundación Biblioteca
Ayacucho. 3ª edición. Caracas, 1985, p. 171.
[4] D. F.
O’LEARY, Memorias del General O’Leary.
Volumen XXVII. Edición facsimilar del Ministerio de la Defensa. Caracas
1981, pp. 23.
[5] Idem.
[6] En
http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/bolivar_mason.html. Consultado
el 26 de noviembre de 2010.
[7] Ibidem.
[8] NECTARIO MARÍA
(Hermano), Ideas y sentimientos
religiosos del Libertador Simón Bolívar. Madrid, 1978, p. 35.
[9] En
http://www.analitica.com/bitblio/bolivar/bolivia.asp. Consultado el 25 de noviembre
de 2010.
[10] Proclama a
los venezolanos. San Mateo, 24 de marzo de 1814. En J. F. O’LEARY, Memorias del General O’Leary. Volumen
13. Ministerio de la Defensa
de Venezuela. Barcelona (España), 1981, p. 457.
[11] Boletín
del Ejército Libertador, número 48. Valencia, 4 de abril de 1814. En S.
BOLÍVAR, Escritos del Libertador.
Volumen VI, p. 222.
[12]
Comunicación al Arzobispo Narciso Coll y Prat. Valencia, 9 de abril de 1814. En
S. BOLÍVAR, Simón: Escritos del
Libertador. Volumen VI, p. 230.
[13] Proclama a
los venezolanos. Valencia, 13 de abril de 1814. En S. BOLÍVAR, Escritos del Libertador. Volumen VI, p.
242.
[14] En http://www.aduanas.com.ve/boletines/boletin_18/testamento.htm. Consultado el 25 de noviembre de 2010.
[14] En http://www.aduanas.com.ve/boletines/boletin_18/testamento.htm. Consultado el 25 de noviembre de 2010.
Nacido en Churuguara, estado Falcón, fue Oficial retirado del Ejército de la República Bolivariana de Venezuela, con el grado de coronel. En su actividad profesional desempeñó funciones de comando, desde Comandante de Unidad Básica hasta Comandante de Unidad Superior. Fue Jefe del Estado Mayor de la Brigada de Cazadores.
ResponderBorrarComo civil, fue Coordinador de la Cátedra Bolivariana de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (UNEFA) y Presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela 2006-2010, reelecto para el período 2010-2014.
El coronel Castillo Máchez fue autor de diversas obras, entre las cuales destacan: Más allá del deber. Modelo venezolano que derrotó la subversión marxista-comunista en la década de los años sesenta; Tupí, un pueblo falconiano y J. J. Rondón. Historia de un Batallón, todas ellas premiadas en su oportunidad, con el Premio Especial del Ministerio de la Defensa.
El coronel Castillo Máchez falleció en Caracas en 2011.